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188 pages, Mass Market Paperback
First published January 1, 1950
"През прозореца се виждаха дългите следи от сълзите на здрача по черните бузи на облаците."
a) «¿Dónde estaban los recuerdos puros? En casi todos se funden impresiones de otras épocas que se les superponen y les confieren una realidad distinta. Los recuerdos no existen: es otra vida revivida con otra personalidad, y que en parte es consecuencia de esos mismos recuerdos. No se puede invertir el sentido del tiempo, a menos que se viva con los ojos cerrados y los oídos sordos».
b) «—¿Y por qué nosotras resistimos mejor? —preguntó Lil.
»—Porque existen un montón de prejuicios en contra nuestra —dijo Folavril—, y esto da a cada una de nosotras la fuerza de un conjunto. Y ellos creen que somos complicadas porque siempre están pensando en nosotras en conjunto. Es lo que le decía.
»—Entonces es que son tontos —dijo Lil.
»—No generalice usted también —dijo Folavril—. Esto los haría complicados también a ellos. Y, uno por uno, no lo merecen. Nunca hay que pensar "los hombres". Hay que pensar "Lazuli" o "Wolf". Ellos siempre piensan "las mujeres", y eso es lo que les pierde».
c) «Pero ¿sabe usted, señor Brul, que es un crimen imponer a los niños un horario que dura dieciséis años? El tiempo es un engaño, señor Brul. El tiempo real no es mecánico, no está dividido en horas iguales…, el tiempo de verdad es subjetivo… se lleva dentro… Levántese a las siete todas las mañanas… Almuerce a mediodía, acuéstese a las nueve… y no tendrá nunca una noche suya… no sabrá nunca que hay un momento en que, al igual que la marea deja de bajar y se queda un instante inmóvil antes de volver a subir, el día y la noche se mezclan y se funden, y forman una barra de fiebre semejante a la que forman los ríos cuando desaguan en el océano. Me robaron dieciséis años de noche, señor Brul. Me hicieron creer, en primero de bachillerato, que mi único progreso debía consistir en pasar a segundo… en sexto, tuve que hacer la reválida…, y luego, un título… Sí, pensé que tenía un objetivo en la vida, señor Brul… y no tenía, nada… Avanzaba por un pasillo sin principio ni fin, a remolque de unos imbéciles, precediendo a otros imbéciles. Envolvemos la vida con diplomas. Del mismo modo como te envuelven los polvos amargos con cápsulas, para que te los tragues sin darte cuenta… pero ve usted, señor Brul, ahora ya sé que me habría gustado el verdadero sabor de la vida».
d) «—Oigan —dijo Wolf—, jamás he abordado a una desconocida, estuviera ella bien dispuesta o no, porque opino que tiene tanto derecho como yo a elegir, por una parte, y por otra porque siempre me ha horrorizado la idea de hacer la corte a una persona según el procedimiento típico, que consiste en hablarle del claro de luna, del misterio de su mirada y de la profundidad de su sonrisa. Qué quieren que les diga, yo, en estos casos, pensaba en sus pechos, en su piel… o me preguntaba si desnuda resultaría ser una rubia auténtica. En cuanto a lo de ser galante… si se admite la igualdad entre la mujer y el hombre, basta con ser cortés, y no hay ninguna razón para tratar a una mujer con más cortesía que a un hombre. No, no son sinceras.
»—¿Cómo podrían serlo, en una sociedad que las menosprecia?
»—Es usted un insensato —le recriminó Aglaé—. Pretende usted tratarlas como habría que tratarlas si no estuvieran condicionadas por siglos de esclavitud.
»Puede ser que sean iguales a los hombres —dijo Wolf—, y eso pensaba yo cuando deseaba que eligieran como yo elegía, pero, por desgracia, están acostumbradas a otros métodos. No saldrán jamás de esta esclavitud si no empiezan por comportarse de otro modo.
»—Todo aquel que empieza algo nuevo tiene que enfrentarse a muchas dificultades —dijo Aglaé, sentenciosa—, tuvo usted ocasión de comprobarlo cuando intentó tratarlas como las trató; y, sin embargo, tenía usted razón.
»—Sí —dijo Wolf—. Todos los profetas cometen el mismo error: tener razón. La prueba es que los descuartizan».