Las ensaladas editadas genéticamente llegarán a las tiendas de Estados Unidos este otoño

La gigante biotecnológica Bayer planea distribuir en los supermercados de todo EE UU hojas de mostaza modificadas genéticamente con la tecnología Crispr, que las hace menos amargas para los consumidores.
Bowl de ensalada con cubiertos
La empresa Pairwase, a la cual Bayer compró la licencia de distribución, empleó el editor genético Crispr para eliminar copias de un gen responsable del sabor amargo e intenso de las hojas de mostaza.Cortesía: Pairwise

El año pasado, la startup Pairwise empezó a vender en Estados Unidos el primer alimento elaborado con la tecnología de edición genética Crispr: un nuevo tipo de hojas de mostaza con un sabor modificado. Pero lo más probable es que la mayoría de los consumidores nunca pudieron probarlas. La empresa se enfocó en distribuirlas al sector de los servicios de comida, como restaurantes selectos, cafeterías, hoteles, centros de jubilación y empresas de catering, en solo unas pocas ciudades de ese país. Un único supermercado de Nueva York también las vendía.

Ahora, la gigante biotecnológica Bayer posee la licencia de las plantas de Pairwise y planea comercializarlos en los supermercados de todo Estados Unidos. “Esperamos que el producto llegue a las cocinas y a las mesas en otoño de este año”, comenta Anne Williams, responsable de cultivos protegidos de la división de semillas de hortalizas de Bayer. Añade que la compañía está en conversaciones con granjas y empresas de ensaladas sobre la mejor forma de cultivar y envasar estos alimentos.


la mitad de un tazón muestra ensalada y la otra mitad muestra una estructura de ADN.
Hay una startup que utiliza la edición genética para hacer que las hojas de mostaza sean más apetecibles para los consumidores. El siguiente paso son las frutas. ¿Qué vendrá luego?

Crispr y la edición genética para mejorar los alimentos

Pairwise buscaba crear ensaladas más apetitosas y nutritivas, y la compañía se fijó en las hojas de mostaza por su alto valor nutricional, similar al de la col rizada o kale. Pero su sabor picante y amargo impide comerlas crudas. Suelen cocinarse para hacerlas más agradables al paladar. Pairwise se propuso atenuar el sabor manteniendo toda la fibra, antioxidantes y otros nutrientes que ofrecen las hojas de mostaza. La empresa recurrió a Crispr para eliminar varias copias de un gen responsable de su intensidad. “Creemos que a la gente le gustará mucho el sabor”, indica Williams.

Anteriormente, Pairwise había sometido a pruebas de sabor estas plantas dentro de los mercados agrícolas, explicando a los compradores que se habían producido mediante edición genética. Según Tom Adams, CEO de Pairwise, en general los catadores valoraron positivamente los alimentos. Ahora la compañía está centrando su atención en el desarrollo de cerezas y moras sin semillas. “Consideramos que nuestro papel en la cadena alimentaria es inventar nuevos productos”, destaca.

El primer alimento editado mediante Crispr disponible para los consumidores debutó en Japón en 2021, cuando la startup Sanatech Seed, con sede en Tokio, comenzó a vender un tomate con altos niveles de ácido gamma-aminobutírico, o GABA (por sus siglas en inglés), una sustancia química fabricada en el cerebro y que también se encuentra de forma natural en algunos alimentos. La empresa asegura que el GABA puede ayudar a bajar la presión arterial y favorecer la relajación.

En un evento celebrado el 28 de mayo en los Países Bajos, el presidente de Sanatech, Shimpei Takeshita, manifestó que la empresa amplió la distribución en Japón y completó todos los trámites reglamentarios para llevar su tomate editado a Filipinas. También está intentando comercializarlo en Estados Unidos.

Las hojas de mostaza y el tomate con alto contenido en GABA no son exactamente organismos modificados genéticamente u OMG (por sus siglas en inglés), al menos no en el sentido tradicional. Normalmente, los OMG son cultivos que contienen material genético añadido de una especie totalmente distinta. En cambio, la edición genética implica la modificación del ADN del propio organismo.

Williams describe Crispr como una herramienta que acelera la obtención de nuevas plantas, permitiendo a los científicos realizar cambios que posiblemente se producirían en la naturaleza, pero mucho más deprisa. En Estados Unidos, el Departamento de Agricultura decidió que los cultivos obtenidos mediante la edición de genes no tienen que pasar por una larga revisión reglamentaria, ya que no contienen ADN ajeno y, de lo contrario, habrían podido desarrollarse mediante la reproducción convencional, es decir, eligiendo plantas progenitoras con determinadas características para generar descendencia con esos rasgos.

Bayer y Pairwise esperan que esta distinción haga que los consumidores se muestren más abiertos a los alimentos editados genéticamente que a los OMG convencionales, que se han enfrentado a la reacción de los consumidores en muchos países. Aunque décadas de investigación han llegado a la conclusión de que los cultivos modificados genéticamente son seguros e igual de sanos que sus homólogos obtenidos tradicionalmente, aún persiste la confusión pública sobre cómo se crean los OMG y la desinformación sobre sus supuestos riesgos.

No ayuda el hecho de que los beneficios de los OMG sean en gran medida invisibles para los consumidores. Empresas como Monsanto, el mayor productor de OMG, se han enfocado principalmente en diseñar cultivos con rasgos que le interesan a los productores, como la resistencia a los herbicidas, que permite a los agricultores rociar sus campos de cultivo con más sustancias que matan únicamente a las malas hierbas. Los OMG más recientes que salen al mercado, como el tomate morado y la piña rosa, se han diseñado con rasgos que se adaptan más a las preferencias de la población.


Piña Pinkglow cortada por la mitad
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¿Precio o tecnología? El factor decisivo de los consumidores

Tom Osborn, jefe de diseño de productos vegetales de Bayer, comenta que la empresa espera evitar algunos de los errores cometidos durante la introducción de los OMG; Bayer adquirió Monsanto en 2018. “Nuestra estrategia se basa en aprender del pasado”, resalta. “Empezar con productos centrados en el agricultor no surtió efecto entre los consumidores. No veían el beneficio”.

Osborn sostiene que Bayer está interesada en utilizar Crispr para mejorar las características de sabor, nutrición y sostenibilidad que valorarán los consumidores. “Es muy importante llegar primero con los productos de consumo y ayudarles de verdad a entender la tecnología”, destaca.

En definitiva, el sabor y la asequibilidad quizá sean más importantes para los consumidores que la tecnología empleada para producir los vegetales, resalta Khara Grieger, profesora adjunta de salud medioambiental y evaluación de riesgos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte.

Por ejemplo, tomemos la piña rosa transgénica, fabricada por la empresa estadounidense de alimentos Fresh Del Monte, que salió al mercado en 2020 a un precio de 50 dólares. Actualmente, esta fruta, de sabor más dulce, puede comprarse en todo Estados Unidos por 9.99 dólares, y sus ventas se están disparando.

“Bayer intenta satisfacer los deseos de los consumidores de comer alimentos más sanos”, señala Grieger. “Pero estos querrán comprar un producto que sea económico”.

Un representante de Bayer declaró a WIRED que la compañía no establece cuánto costarán sus productos al público, pero que tiene previsto trabajar con los agricultores para incluir sus hojas de mostaza en mezclas de ensaladas a un precio competitivo.

Artículo publicado originalmente en WIRED. Adaptado por Andrei Osornio.