¿Piñas rosas en el supermercado? ¡De dónde han salido!

Mediante el uso de ADN de mandarinas y tabaco, los científicos de la alimentación lograron que una fruta común fuera más sabrosa y atractiva para redes sociales que nunca. Investigamos sobre ello para que tú no tengas que hacerlo.
Piña Pinkglow cortada por la mitad
Fresh Del Monte comercializa la piña Pinkglow como una marca registrada. Obtiene, en parte, su color rosa del licopeno.nancykennedy/Getty Images

Durante una visita reciente a Giant Eagle, el supermercado local de Pittsburgh (EE UU), me fijé en algo nuevo en la sección de frutas: una piña empaquetada en una caja color rosa y verde bosque. Una fotografía en la parte delantera mostraba la piña abierta, revelando una pulpa de color rosa. Promocionada como “la joya de la selva”, era la piña Pinkglow, una creación de la gigante estadounidense de la alimentación Fresh Del Monte. Costaba 9.99 dólares, algo más del doble que una piña amarilla normal.

Cortesía: Fresh Del Monte

Puse la caja en el carrito de compras, tomé una foto con el teléfono y compartí el hallazgo con mis amigos foodies. Mencioné que su color era el resultado de una modificación genética, pues en la caja había una etiqueta que indicaba “posible gracias a la bioingeniería”, pero eso no pareció importarle a nadie. Cuando llevé mi Pinkglow a una fiesta del Super Bowl, la gente alucinó con el color y después se la comió. Era más jugosa y menos ácida que una piña normal, y había otra diferencia: venía con la característica corona cortada. Muy pronto, mis amigos también compraron piñas rosas. Uno de ellos usó la Pinkglow para preparar tepache casero, una bebida fermentada hecha con cáscaras de piña que se inventó en el México prehispánico.

En una época en que la coliflor naranja y las fresas blancas son habituales en los supermercados de Estados Unidos, una piña que no sea amarilla no parece tan fuera de lugar. Aun así, me pregunté: ¿Por qué ahora con esa presentación tan llamativa? ¿Y por qué rosa? ¿Y por qué mis amigos y yo la compramos enseguida?


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La compañía de agricultura molecular, Moolec, añadió genes de cerdo a las semillas de soya para producir proteínas con sabor a carne que pueden cultivarse en las plantas.

El atractivo social de las frutas modificadas genéticamente

Cuando le planteé mis preguntas a Hans Sauter, director de sostenibilidad y vicepresidente senior de Investigación y Desarrollo y servicios agrícolas de Fresh Del Monte, empezó ofreciéndome una breve historia de la fruta. Quizá asumas, como hice yo, que las piñas siempre han sido dulces y del color del sol, pero no era así antes de los noventa. Las piñas que se vendían antes tenían la cáscara verde y la pulpa amarillo claro, a menudo sabía más ácida que dulce. Comprar una piña fresca era un poco arriesgado. “Nadie sabía, en realidad, si la fruta estaba madura o no, y el consumo de piñas se hacía sobre todo de productos enlatados, porque la gente confiaba en lo que comía de allí”, comenta Sauter. El azúcar añadido en algunas piñas enlatadas las convertía en un producto más dulce y consistente.

En 1996, la empresa introdujo la Del Monte Gold Extra Sweet, más amarillenta y menos ácida que cualquier otra del mercado en aquel momento. Las ventas de piña se dispararon y las expectativas de los consumidores respecto a la fruta cambiaron para siempre. La popularidad de la Gold provocó una disputa internacional por la piña cuando Dole, su rival en la industria frutícola, presentó su propia variedad. Del Monte interpuso una demanda, alegando que Dole le había robado la fórmula de su Gold. Las dos compañías llegaron a un acuerdo extrajudicial.

Con el éxito de su piña Gold, Del Monte buscaba nuevos atributos que la hicieran aún más atractiva para los consumidores, cuenta Sauter. Pero cultivar piñas es un proceso lento; una sola planta llega a producir fruta madura en dos años o más. Del Monte había pasado 30 años realizando cruces de piñas con determinadas características deseadas antes de que estuviera preparada para lanzar la Gold. Sauter señala que la posibilidad de esperar 30 años más por una nueva variedad estaba “fuera de discusión”. Así que en 2005 la compañía recurrió a la ingeniería genética.

Del Monte no se propuso hacer una piña rosa per se, pero en aquel momento, explica Sauter, había interés de los consumidores por las frutas ricas en antioxidantes. Las piñas convierten de forma natural un pigmento rosa rojizo llamado licopeno, con alto contenido en antioxidantes, en el pigmento amarillo betacaroteno. Y el licopeno es lo que da el color a los tomates y a la sandía. Evitar este proceso, por tanto, daría como resultado una pulpa rosa y más antioxidantes. La empresa puso a su equipo de investigación dedicado a la piña a la tarea de averiguar cómo hacerlo.

El equipo llegó a un conjunto de tres modificaciones del genoma de la piña. Insertaron ADN de una mandarina para que expresara más licopeno. Añadieron moléculas de ARN “silenciador” para anular las enzimas de conversión del licopeno propias de la piña, lo que también ayudó a reducir su acidez. (El ARN silenciador es la misma técnica que se utiliza para fabricar manzanas árticas transgénicas que no se oxidan). Por último, Del Monte agregó un gen del tabaco que confiere resistencia a ciertos herbicidas, aunque los representantes de la compañía afirman que esto se hizo simplemente para que sus científicos pudieran confirmar que las otras alteraciones genéticas habían surtido efecto, no porque Del Monte tenga previsto emplear esos herbicidas en la producción.

El sitio web oficial de Pinkglow no menciona estas modificaciones genéticas. E incluso Sauter pasó por alto la ciencia cuando le pregunté. Encontré los detalles en una solicitud de patente y en documentos de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE UU; la Pinkglow viene sin corona para reducir los residuos, aunque quitar la parte superior de la piña también contribuye a proteger su estatus de propiedad y lucrativo.

Chris Cummings, investigador principal del Centro de Ingeniería Genética y Sociedad de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, considera que esa falta de información es probablemente intencionada. “Este producto en concreto es objeto de un marketing especial”, afirma.

Aunque Del Monte concibió originalmente la Pinkglow como una fuente de antioxidantes en la época anterior a las redes sociales, los anuncios de la piña se han adaptado a los tiempos. La compañía no proclama ningún beneficio para la salud, sino que promociona la “Instagramabilidad” de la fruta. “Conviértete en la envidia de tus amigos y seguidores con este manjar tan codiciado”, se lee en el sitio web de Pinkglow, donde se encuentran recetas de tarta Pinkglow bañada en ron, helado Pinkglow sin batir y barritas Pinkglow de ralladura de piña y coco. En un comunicado de prensa de 2020, Del Monte describió la Pinkglow como “única en su especie y perfecta para que la anfitriona la sirva como parte de un coctel de fiesta, como un delicioso postre por sí solo, o incluso para regalar a la persona que ahora verdaderamente lo tendrá todo”. No es de extrañar que comprara una en el supermercado. Este producto está claramente dirigido a mí, una mujer millennial de 36 años.

“Esto es un alimento social”, destaca Cummings. “Es para presumir ante otras personas. ‘Mira lo que tengo que tú no. Me veo cool, ¿verdad?’”.


Ilustración de levadura, frutas tropicales y botellas de cerveza.
Las cervecerías artesanales se están enamorando de cepas de levadura que han sido modificadas genéticamente. Les ayudan a inyectar nueva creatividad y sabor a las cervezas, como los toques de piña y de guayaba.

Algunos consumidores prefieren los alimentos modificados genéticamente

Parece que el marketing funciona. En una presentación de resultados en febrero, Fresh Del Monte Produce informó que había una fuerte demanda de sus nuevas variedades de piña, con un crecimiento de las ventas de aproximadamente el 25% en 2023 en comparación con 2022. Además de la Pinkglow, recientemente presentó la Honeyglow (aún más dorada y dulce que la Gold Extra Sweet), la Precious Honeyglow (una versión miniaturizada de la Honeyglow) y la Del Monte Zero (una piña certificada por una entidad ajena como neutra en carbono gracias a los extensos bosques de Del Monte). Este año, la compañía sigue ampliando el alcance de la piña rosa. También lanzará en China una variedad llamada Rubyglow (cáscara rojiza, pulpa amarilla).

“A los consumidores les encanta la innovación”, resalta Lauren Scott, directora de estrategia de la Asociación Internacional de Productos Frescos o IFPA (por sus siglas en inglés). En su opinión, la Pinkglow crea entusiasmo alrededor de las piñas y la compara con las uvas Cotton Candy, un híbrido de cultivo natural que se introdujo en 2011 y que es tremendamente popular porque saben a algodón de azúcar.

Si la tendencia se mantiene, la Pinkglow presagiaría un cambio en la actitud de los consumidores hacia los cultivos modificados genéticamente, también conocidos como OMG (por sus siglas en inglés). Mientras que el maíz y la soya transgénicos se diseñaron para tolerar mejor los herbicidas, una ventaja invisible para los consumidores, la piña rosa se hizo sobre todo para ser divertida y atractiva, y para tener un sabor delicioso. “La desconfianza hacia los OMG está disminuyendo”, comenta Courtney Weber, profesora de horticultura de la Universidad Cornell.

Quizá la piña rosa sea algo frívolo. Pero tal vez sea justo el tipo de producto que ayude a preparar a los consumidores para el sistema alimentario del futuro, que probablemente implicará más bioingeniería. “Me encanta para los consumidores y me alegra mucho”, comparte Vonnie Estes, vicepresidenta de innovación de la IFPA. “Pero el verdadero beneficio es que nos permitirá usar estas herramientas para adaptarnos a un mundo cambiante”. Ese futuro podría ser más caluroso, más seco y lleno de enfermedades y plagas aún sin imaginar. Por ahora, sin embargo, es de color rosa.

Cortesía: Fresh Del Monte

Artículo publicado originalmente en WIRED. Adaptado por Andrei Osornio.