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MEDIDAS PRINCIPALES DEL GOBIERNO DE JUAN VELASCO ALVARADO
1968 – 1975
 Nacionalización de la IPC y creación de Petroperú.
 Control de cambios. El Estado asume el control de las divisas que estaban antes enpoder de
la oligarquía exportadora de azúcar, minerales y algodón.
 Fortalecimiento del sistema de planificación nacional.
 Apertura de relaciones con la Unión Soviética, Cuba y los países socialistas.
 Adhesión al Movimiento de los No Alineados.
 Nacionalización del comercio exterior.
 Nacionalización de los bancos privados principales.
 Nacionalización de la pesca y creación de Pescaperú.
 Defensa de las 200 millas de mar territorial.
 Reforma agraria: afectación, expropiación y adjudicación de 7 millones de hectáreas a
empresas campesinas. Organización del Fuero Agrario donde por primera vez en la historia
del Perú, los campesinos podían acudir y ganar juicios.
 Ley de aguas. Declaración de que las aguas son propiedad del Estado.
 Reforma industrial: participación creciente de los trabajadores en la propiedad y la gestión
de las industrias a través de comunidades industriales hasta llegar al 50% de la propiedad de
las empresas.
 Creación de COFIDE, Corporación para financiar el desarrollo.
 Reconocimiento de la Confederación General de Trabajadores del Perú CGTP para dar
capacidad de negociación a los trabajadores y abrir diálogo entre ellos y el Gobierno
Revolucionario.
 Reforma educativa y campaña de alfabetización. Formación de núcleos educativos y
consejos educativos comunales.
 Nacionalización de las telecomunicaciones y la generación y distribución de electricidad.
Creación de Electroperú y Entelperú.
 Creación del SINAMOS, Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social para
planificación participativa y la organización social del pueblo en todo el país: comunidades
campesinas, cooperativas agrarias, sociedades agrarias de interés social, ligas agrarias,
Confederación Nacional Agraria, comunidades industriales, Confederación Nacional de
Comunidades Industriales CONACI.
 Formación de las comunidades de comercio, minería y telecomunicaciones
 Nacionalización de la Cerro de Pasco Copper Corp. Creación de Centromin y Mineroperú
Comercial, MIMPECO.
 Formación de empresas de propiedad social (autogestión).
 Reconocimiento del quechua como idioma oficial para que sea usado en las escuelas, la
administración de justicia y otras actividades
 Expropiación de los diarios de circulación nacional y socialización de la prensa.
 Política cultural de reconocimiento y promoción de las expresiones culturales nacionales e
indígenas.
 Promoción de la producción cinematográfica peruana.
 Promulgación de las Bases Ideológicas de la Revolución Peruana estableciendo que base
económica del Perú estará compuesta de los sectores estatal, cooperativo, privado y de
propiedad social, siendo éste último el prioritario.
 Las Fuerzas Armadas fueron equipadas con moderno armamento adquirido de la URSS,
convirtiéndose en una de las mejores de América Latina.
Después de Velasco el Perú retornó a la “normalidad”. Para nuestros países, la “normalidad”
equivale al dominio de las grandes empresas nacionales y extranjeras y la permanencia de los
privilegios de las clases dominantes por sobre los derechos de los obreros, los campesinos y
los trabajadores en general.
Aquellos siete años deshicieron muchos mitos. El principal es el del ejército como permanente
instrumento de las clases dominantes y como institución homogénea, aislada y monolítica,
afirmación que fue demolida por una cambiante realidad que demostró que, en ocasiones y
bajo determinadas circunstancias históricas, es posible que las fuerzas armadas de nuestros
países operen con autonomía respecto de las oligarquías para impulsar procesos de
transformación social.
La revolución por un camino nacional es posible desde el poder siempre que se actúe con
firmeza, pero a la vez con flexibilidad y ponderación. Nada de esto es obstáculo para admitir
las dificultades y limitaciones que tiene toda experiencia revolucionaria en cualquiera de las
naciones del tercer mundo. Oscilamos entre grandes poderes internacionales que penetran y
succionan a nuestros países por todos los poros. Y en el plano interno debemos superar una
situación de atraso, de miseria material y moral, de corrosión interna que afecta a todas las
capas de nuestras sociedades y que se refleja incluso en las fuerzas revolucionarias,
deformándolas o mediatizándolas.
En estas condiciones, el imperio y las oligarquías utilizan no sólo sus tradicionales
instrumentos de presión económica y política, sino que también han aprendido a usar parte del
resentimiento social que se refleja en el fenómeno mal llamado “ultraizquierdismo”. En
nuestros países, el “ultraizquierdismo” que señala como fascistas a los proyectos
revolucionarios cuando no son dirigidos por él, que evade la realidad en nombre del esquema
y reemplaza la acción por las palabras, que siembra la división entre las fuerzas progresistas,
que se consume en sus propios odios y pugnas de ambición personal, que no vacila en unirse a
la derecha para combatir a la izquierda, no es una enfermedad infantil, sino parte de las viejas
deformaciones psicológicas y políticas que son consecuencia de nuestro subdesarrollo.
No son sólo el imperialismo y las oligarquías los enemigos de nuestras revoluciones. Lo es
también la irracionalidad y la ceguera política. Hoy, después que ha trascurrido el tiempo, Los
opositores de ayer se arrepienten hoy, pero el daño ya está hecho.
La desesperación con que operó la derecha peruana y otras muchas circunstancias
demostraron que el proceso peruano no fue otra cosa que un intento de militares y civiles de
izquierda para hacer una revolución a partir de las condiciones que vivía el Perú. Hoy no
faltan quienes empiezan a admitirlo. La autocrítica no deja de ser beneficiosa, pero es tardía.
Pero la semilla ha quedado sembrada en suelo fértil y es grande el terreno ganado. Los
campesinos ya no abandonan la vereda ni bajan la cabeza para dar paso a los patrones; el
viejo latifundio serrano con sus “gamonales ha desaparecido. Millones de gentes libres
pueblan ahora nuestras ciudades; son víctimas de la exclusión y la pobreza, una minoría
protesta, la mayoría dedica todo su tiempo a sobrevivir.
Después de Velasco vino la democracia que acabó en corrupción, hiperinflación, terrorismo
en 1990. Y la dictadura de una derecha mafiosa (la de Fujimori) que fue nuevamente
derrotada el año 2000 por las fuerzas democráticas.
El recuerdo de Velasco es un fantasma que persigue las pesadillas de la nueva oligarquía
empresarial e interpela la conciencia del pueblo. Extractos

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  • 1. MEDIDAS PRINCIPALES DEL GOBIERNO DE JUAN VELASCO ALVARADO 1968 – 1975  Nacionalización de la IPC y creación de Petroperú.  Control de cambios. El Estado asume el control de las divisas que estaban antes enpoder de la oligarquía exportadora de azúcar, minerales y algodón.  Fortalecimiento del sistema de planificación nacional.  Apertura de relaciones con la Unión Soviética, Cuba y los países socialistas.  Adhesión al Movimiento de los No Alineados.  Nacionalización del comercio exterior.  Nacionalización de los bancos privados principales.  Nacionalización de la pesca y creación de Pescaperú.  Defensa de las 200 millas de mar territorial.  Reforma agraria: afectación, expropiación y adjudicación de 7 millones de hectáreas a empresas campesinas. Organización del Fuero Agrario donde por primera vez en la historia del Perú, los campesinos podían acudir y ganar juicios.  Ley de aguas. Declaración de que las aguas son propiedad del Estado.  Reforma industrial: participación creciente de los trabajadores en la propiedad y la gestión de las industrias a través de comunidades industriales hasta llegar al 50% de la propiedad de las empresas.  Creación de COFIDE, Corporación para financiar el desarrollo.  Reconocimiento de la Confederación General de Trabajadores del Perú CGTP para dar capacidad de negociación a los trabajadores y abrir diálogo entre ellos y el Gobierno Revolucionario.  Reforma educativa y campaña de alfabetización. Formación de núcleos educativos y consejos educativos comunales.  Nacionalización de las telecomunicaciones y la generación y distribución de electricidad. Creación de Electroperú y Entelperú.  Creación del SINAMOS, Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social para planificación participativa y la organización social del pueblo en todo el país: comunidades campesinas, cooperativas agrarias, sociedades agrarias de interés social, ligas agrarias, Confederación Nacional Agraria, comunidades industriales, Confederación Nacional de Comunidades Industriales CONACI.  Formación de las comunidades de comercio, minería y telecomunicaciones  Nacionalización de la Cerro de Pasco Copper Corp. Creación de Centromin y Mineroperú Comercial, MIMPECO.  Formación de empresas de propiedad social (autogestión).  Reconocimiento del quechua como idioma oficial para que sea usado en las escuelas, la administración de justicia y otras actividades  Expropiación de los diarios de circulación nacional y socialización de la prensa.  Política cultural de reconocimiento y promoción de las expresiones culturales nacionales e indígenas.  Promoción de la producción cinematográfica peruana.  Promulgación de las Bases Ideológicas de la Revolución Peruana estableciendo que base económica del Perú estará compuesta de los sectores estatal, cooperativo, privado y de propiedad social, siendo éste último el prioritario.  Las Fuerzas Armadas fueron equipadas con moderno armamento adquirido de la URSS, convirtiéndose en una de las mejores de América Latina.
  • 2. Después de Velasco el Perú retornó a la “normalidad”. Para nuestros países, la “normalidad” equivale al dominio de las grandes empresas nacionales y extranjeras y la permanencia de los privilegios de las clases dominantes por sobre los derechos de los obreros, los campesinos y los trabajadores en general. Aquellos siete años deshicieron muchos mitos. El principal es el del ejército como permanente instrumento de las clases dominantes y como institución homogénea, aislada y monolítica, afirmación que fue demolida por una cambiante realidad que demostró que, en ocasiones y bajo determinadas circunstancias históricas, es posible que las fuerzas armadas de nuestros países operen con autonomía respecto de las oligarquías para impulsar procesos de transformación social. La revolución por un camino nacional es posible desde el poder siempre que se actúe con firmeza, pero a la vez con flexibilidad y ponderación. Nada de esto es obstáculo para admitir las dificultades y limitaciones que tiene toda experiencia revolucionaria en cualquiera de las naciones del tercer mundo. Oscilamos entre grandes poderes internacionales que penetran y succionan a nuestros países por todos los poros. Y en el plano interno debemos superar una situación de atraso, de miseria material y moral, de corrosión interna que afecta a todas las capas de nuestras sociedades y que se refleja incluso en las fuerzas revolucionarias, deformándolas o mediatizándolas. En estas condiciones, el imperio y las oligarquías utilizan no sólo sus tradicionales instrumentos de presión económica y política, sino que también han aprendido a usar parte del resentimiento social que se refleja en el fenómeno mal llamado “ultraizquierdismo”. En nuestros países, el “ultraizquierdismo” que señala como fascistas a los proyectos revolucionarios cuando no son dirigidos por él, que evade la realidad en nombre del esquema y reemplaza la acción por las palabras, que siembra la división entre las fuerzas progresistas, que se consume en sus propios odios y pugnas de ambición personal, que no vacila en unirse a la derecha para combatir a la izquierda, no es una enfermedad infantil, sino parte de las viejas deformaciones psicológicas y políticas que son consecuencia de nuestro subdesarrollo. No son sólo el imperialismo y las oligarquías los enemigos de nuestras revoluciones. Lo es también la irracionalidad y la ceguera política. Hoy, después que ha trascurrido el tiempo, Los opositores de ayer se arrepienten hoy, pero el daño ya está hecho. La desesperación con que operó la derecha peruana y otras muchas circunstancias demostraron que el proceso peruano no fue otra cosa que un intento de militares y civiles de izquierda para hacer una revolución a partir de las condiciones que vivía el Perú. Hoy no faltan quienes empiezan a admitirlo. La autocrítica no deja de ser beneficiosa, pero es tardía. Pero la semilla ha quedado sembrada en suelo fértil y es grande el terreno ganado. Los campesinos ya no abandonan la vereda ni bajan la cabeza para dar paso a los patrones; el viejo latifundio serrano con sus “gamonales ha desaparecido. Millones de gentes libres pueblan ahora nuestras ciudades; son víctimas de la exclusión y la pobreza, una minoría protesta, la mayoría dedica todo su tiempo a sobrevivir. Después de Velasco vino la democracia que acabó en corrupción, hiperinflación, terrorismo en 1990. Y la dictadura de una derecha mafiosa (la de Fujimori) que fue nuevamente derrotada el año 2000 por las fuerzas democráticas. El recuerdo de Velasco es un fantasma que persigue las pesadillas de la nueva oligarquía empresarial e interpela la conciencia del pueblo. Extractos