Foto: RTVC

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A Petro le encanta estar en modo bronca, va ganando la batalla en Twitter o X porque tiene enervados hasta a sus seguidores, pero está perdiendo la batalla de gobernar porque ni él ni RTVC logran construir un relato coherente de nación y gestión.

Omar Rincón*

La batalla cultural la va ganando Petro

Petro gobierna desde su cuenta de X.  A través de sus trinos le basta para tener al establecimiento blanco, macho y tradicional, a los periodistas, a los medios, a la FLIP y a los académicos unidos contra él. No se habla de nada más. La realidad pasó a último plano. Los hechos desaparecieron. La reportería murió. Todo es Petro. Todo es virtual.  

La gran virtud de Petro es que ha logrado uniformar por lo bajo: todo da lo mismo. No hay diferencia entre un periodista y un influencer, entre un periodista amateur y uno profesional, etcétera. 

La batalla cultural la va ganando Petro porque además de dominar la conversación colectiva, su pelea ha sacado a relucir las discriminaciones y odios endémicos de nuestras élites y el periodismo. Ha sacado todo el clasismo, racismo, machismo, xenofobia, homofobia. 

Petro gana porque juega en la cancha de los medios. Nada mejor para esta batalla que los medios de comunicación y jugar con el ego de los periodistas que se han convertido en sus villanos favoritos.

Petro gana la batalla cultural porque produce miedo. Miedo de clase, miedo de piel, miedo ideológico, miedo a perder los privilegios heredados. Jorge Iván Cuervo dice que el miedo viene porque “el Gobierno propone una mirada diferente de la relación poder-ciudadano” al dejar en evidencia que nuestras élites están “aferradas a privilegios que no están dispuestos a perder” y, tampoco, están dispuestas a mejorar “las condiciones de vida de los ciudadanos”.

Petro gana porque juega en la cancha de los medios. Nada mejor para esta batalla que los medios de comunicación y jugar con el ego de los periodistas que se han convertido en sus villanos favoritos. 

Los medios y periodistas se creen la nueva política y han dejado de informar para convertirse en militantes de sus egos.

Foto: RTVC

Petro está perdiendo la batalla de gobernar y transformar

Su victoria de provocación mediática y digital fracasa para gobernar. “El afán de Petro por ser histórico lo lleva a ser agónico” dice Lucas Ospina, o sea, a dedicarse al club de la pelea y dejar de gobernar. Y concluye que Petro ya fue: “A mitad de su mandato, el Petro histórico se muestra impaciente, ya no se le percibe la jovialidad de cuando recibió el cargo”, está petrificado y alejado del gobernar.

La batalla se pierde con Petrotuits ya que con cada tuit gana escándalo, pero pierde gobernabilidad. Petro hace nuevos enemigos, pero pierde simpatías, produce indignaciones y broncas cada vez más masivas. Un estadista es quien gobierna para todos y crea consensos, Petro se queda feliz con ser influencer y pierde el ejercicio del poder y gobernar. 

La batalla que gana en X la pierde en RTVC. Teniendo la red de emisoras más grande del país se dedica a trinar y pelear desde una red social contra villanos mediocres. De nada le sirve tener la Radio Nacional, Radio de la policía, Radio del ejército, Emisoras de la paz, Radiónica, dos canales nacionales, y dos plataformas digitales RTVC y Presidencia. 

Sin embargo, Hollman Morris ahora está en RTVC, después de intensear por llegar a los medios públicos. Llegó, pero no ha demostrado periodismo, formatos, televisión, rating. 

La batalla se pierde con Morris quien ha convertido el sistema de medios en una serie iracunda de mal periodismo y entrevistas donde abunda la palabra “cambio” o “contra el cambio”. Del mejor canal cultural de América Latina poco queda. 

RTVC se volvió mucho de él: Morris dirige, Morris entrevista, Morris opina. Lo mismo que hace Néstor, Luis Carlos, Gustavo, Acevedo y todos los que lo critican. 

La realidad es que Señal Colombia ya no es el mejor canal cultural de América Latina. Por inercia sigue haciendo algunos programas buenos, pero está a la deriva de los egos y perdido en el universo mediático. 

Todo parece indicar que a Petro le da lo mismo esa vaina de los medios públicos porque con sus arengas alucinadas domina la agenda informativa de todos los medios. Entonces, ¿para qué le va a servir RTVC?

Si la gente de comunicación de gobierno, con Morris a la cabeza, se hubiese enterado de que la batalla mediática es un fracaso en Argentina, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Nicaragua, Cuba, El Salvador, México, no harían lo que están haciendo. No basta con tener medios, hay que hacer periodismo, televisión, radio, comunicación.

Y es que la comunicación es estética, formatos, narrativas. Si de algo sabe la gente de abajo, el pueblo, es de medios: los han consumido toda la vida. Luego, echarles discurso no sirve para nada, les aburre y expulsa. 

El deber del cambio

Hay que alejar a Petro de X para que empiece a gobernar. El enemigo y la oposición del presidente es él mismo y sus trinos. Cada publicación ocasiona un escándalo, aumenta los enemigos, crea indignación, pero pierde la realidad de lo que es real. 

Es necesario que RTVC haga formatos, estéticas y narrativas populares. Historias y referencias donde la gente se identifique, reconozca y se divierta. Tener humor, jugar a las ironías, productos que la gente pueda disfrutar. Algo de fiesta y menos de “pedagogía” o “demagogia” del cambio. 

Meter más ciudadanos y gente del común en la pantalla y callar a los áulicos aburridos e histéricos. El cambio es salir de los rostros solemnes y aburridos y sus verdades de power point y ponerle a la gente a los medios públicos. 

Lo llama “batalla cultural” pero se le olvida que esa batalla se gana gobernando, haciendo obras, produciendo hechos. 

El rigor periodístico es simple: fuentes diversas y plurales, contexto, criterios de comprensión. Vayamos a los hechos y realidades de la gente, así de pronto nos vuelven a querer y a ser necesarios.

Además, es vital que los periodistas hagamos periodismo, salir del secuestro en que nos tiene Petro. Hay que despetrizar y desmorrisar al periodismo, dejar de “pararle bolas” a sus histerias y pasar a informar con sentido público, rigor y conexión con la ciudadan��a. 

El rigor periodístico es simple: fuentes diversas y plurales, contexto, criterios de comprensión. Vayamos a los hechos y realidades de la gente, así de pronto nos vuelven a querer y a ser necesarios. 

Hay que hacer que las élites y el statu quo deje su neura de clase y raza con Petro, desarmen sus adjetivos, analicen con contexto y le bajen a su “tirar hate”.

Los medios deben asumir que su crisis de negocio es una crisis de oficio y periodismo de rigor, una crisis de conexión con las ciudadanas. Pregunta ingenua, si RCN, El Tiempo, Semana, El Espectador, El Colombiano da millones de pérdidas, ¿por qué los mantienen sus dueños?

El problemón no es de Petro, es del periodismo: ese informar fanático en nuestros guías políticos, los empresarios dueños y nuestros egos, ese mundo de muerte y caos que se ha construido, ese narrar feo, ese sentimiento de protagonistas de la información, esa opinadera sin reportería.

El problema no es el periodismo o Petro, son los periodistas y los medios por vivir “secuestrados” por sus histerias.

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Omar Rincón

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Omar Rincón

*Profesor del Centro de Estudios en Periodismo (CEPER), Universidad de los Andes.

Foto: Facebook: Sofía Vergara

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A raíz de la serie de Netflix, Griselda, se ha reabierto el debate sobre la imagen de Colombia que proyectan estas narco-producciones. La élite sigue empeñada en que la narcocultura es un mito, un hecho del pasado.

Omar Rincón*

La narcocultura

Los políticos dicen que Colombia y los habitantes están permeados por una cultura narco por culpa de la televisión. Recientemente Roy Barreras afirmó, al referirse a la nueva seria Griselda, que es pura “cultura de entretenimiento traqueta”.

Resulta raro y cínico esto de que los políticos ‘tiren hate’ y que echen culpas sin mirarse al espejo. ¿Acaso no se dan cuenta que, sean de izquierda o derecha, se comportan como narcos? Usan ropa de marca, exhiben lujosos consumos, están rodeados de gente paga, rodeados de mujeres exuberantemente sensuales, con un cuerpo de guardaespaldas armados. En fin, con billete hasta la cabeza.

Roy, a través de su cuenta de X comenta: “¿Qué tiene más visibilidad una serie de Netflix donde muestran a Colombia como país de mafiosos y sicarios? O ¿una de las tantas campañas publicitarias que intentan mostrar la riqueza cultural y ambiental, la belleza y el potencial de nuestra patria? Desgraciadamente puede más el aparato comercial que vive de estigmatizar a nuestro país ofendiendo a millones de colombianos de bien. Ya! Suelten a Colombia! No más cultura de “entretenimiento” traqueta!”.

Muy irónico que un político le eche la culpa de las condiciones del país a una serie de televisión, no a su cinismo incompetente. No obstante, la gente de bien estará de acuerdo con esta clase de políticos porque comparten la creencia moral de que ‘mi capital’ sí está bien lavado, no como el de los narcos.

se dice que la narco cultura es producto de todas las series de televisión. Bueno, y puede ser. Pero, quizá somos nosotros, los colombianos, los que tenemos alma de narco y no queremos reconocerlo.

Pero ellos no cambian en ningún sentido sus comportamientos, consumos o creencias. Siguen, repletos de terquedad y narcisismo, anteponiendo la cultura del billete sobre todas las cosas.

Además, para hacerlo más cómico, gran parte de los que reniegan por el contenido televiso están rodeados de personas con recorridos complicados o ellos mismos son todo un enigma ético. Roy, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, el expresidente de Panamá, Ricardo Martinelli, o el alucine de El Salvador, el señor Bukele.

En 2014 El Colombiano se quejó de que la televisión “está de espaldas a la realidad”, que la gente decente siente rechazo contra estas apologías de la cultura mafiosa, que son cosas del pasado y deberían quedarse ahí. “La gente decente” es negacionista, actúan como narcos pero ni se enteran.

A su vez, un correo electrónico colectivo expresaba que hay millones de personas ignorantes, carentes de personalidad y desafortunadas ven a esos personajes como modelos a seguir. Otra vez, los pobres son los ignorantes que se dejan manipular, y no nuestras elites, cuando la clave ha estado en como los poderosos están untados en sus bolsillos, narices y éticas. ¡Ojalá fuera un asunto de los pobres!

El presidente derechista de Panamá, Martinelli, exigió que cambiaran el horario de las telenovelas colombianas porque “exaltan el narcotráfico, robo y atraco”, y corrompen los valores morales. Paradójicamente terminó enjuiciado por corrupto.

El señor de Venezuela, Nicolás Maduro, acusó a las telenovelas de fomentar la “cultura de la violencia”, que siembran la muerte en las calles venezolanas, pues “transmiten antivalores de la muerte, culto a las drogas, a las armas, culto a la violencia. Incitan al odio en la sociedad y se lucran con el dolor ajeno”. Pero él parece viviendo toda una fantasía narca.

Esto refleja que toda esa gente de bien como Maduro, Martinelli o Roy actúan desde una falsa moral. Una moral que indica que el mal está en otra parte pero nunca en sus propios zapatos.

Lo cierto es que las narco-telenovelas son neo-realismos de América Latina. Somos narco-sociedades, sociedades capitalistas que dan todo por el billete y el consumo. Y es que lo narco es la vía paralegal para ser exitosos capitalistas.

Ocurre seguido que se dice que la narco cultura es producto de todas las series de televisión. Bueno, y puede ser. Pero, quizá somos nosotros, los colombianos, los que tenemos alma de narco y no queremos reconocerlo.

Se debería tomar a las narco-series como un espejo de lo que se vivió y se vive en las calles del país, como un espejo de lo que somos. Dejar de pensar que la cultura narco se quedó solo con los narcotraficantes y entender que los colombianos hemos sido permeados por muchas prácticas provenientes de ahí.

Foto: Facebook: Nicolás Maduro - Además de Roy Barreras, otros políticos usan posturas morales para rechazar series como Griselda. Es el caso de Nicolás Maduro, quien afirma que en Venezuela estas series están sembrando la violencia e incitando al odio.

Lea en Razón Pública: A Petro se le olvidó que la televisión pública importa

La narco TV

Lo narco es el motor de la televisión porque es la mina de oro para muchas casas productoras, pero es cierto que la política se ha excusado innumerables veces detrás del negocio del narcotráfico.

El narco es la noticia, es y ha sido la novedad y no parece pasar de moda. La maldad del narco, la militarización de la vida en su nombre y las políticas sobre drogas son la carne de las noticias. Si un político no tiene ideas, todo lo explica escudándose detrás de la cultura narco.

Su otro lado es el eufórico y sensacional espectáculo de las series donde el narco seduce productores, guionistas y espectadores. Dejan de ser un hecho noticioso para convertirse en espectáculo. Ahí Caracol, RCN, Netflix y todos los buenos del mundo han encontrado una mina.

Lo maravilloso de lo narco, aunque muchos se nieguen a creerlo, es que ya está en nuestro ADN colombiche y capitalista. Lo narco no está aislado de Colombia. De hecho, no se puede hablar de Colombia sin lo narco y viceversa.

Las narco-ficciones son un gran invento colombiche. Se ven sabroso, saben rico, prometen risas y admiraciones. Dicen que las hacen con sentido educativo para que los pobres no nos imaginemos participar de ese mundo, pero tienen un impacto totalmente contrario porque se diseñan para glorificar el ‘yopitalismo’.

Las narconovelas y narco-series se caracterizan como formato televisivo por:

  • Su eufórica violencia y el exceso de fiesta.
  • Hombres que no saben hacer nada más que matar, torturar, gritar, consumir drogas, exhibir marcas y maltratar/usar a las mujeres.
  • Mujeres-objetos para poseer y demostrar éxito. Claro, tienen que ser bellas, sensuales y gozosas.
  • Miami como el lugar de la opulencia soñada.
  • Medellín como la capital de la cocaína, los narcos y las objeto-mujer.
  • La violencia y muerte a diestra y siniestra.
  • La policía y la justicia son ineptas y corruptas.
  • Sexo gratuito porque sin tetas no vende.
  • Un discurso reivindicativo sobre lo narco ante la falta de oportunidades sociales como mecanismo para ascender en el capitalismo y la ineficiencia del Estado.

Así, las narconovelas documentan la mejor estrategia en tiempos rápidos y goce del consumo para ganarle al capitalismo, subir de clase, hacer posible la justicia popular. Demuestran la euforia de conseguirlo todo hasta que la muerte lo permita. Acá no se habla de amor y, mucho menos, de vida eterna.

Actualmente se estrenó Griselda, una serie con más de lo mismo que nos tienen acostumbrados las narconovelas, solo que ahora la figura principal recae en una mujer. Es un paso del objeto-mujer a la mujer-macho.

La mayor virtud de la serie es la actuación de Sofia Vergara que en Estado Unidos ha actuado —si se le puede decir así— haciendo el estereotipo de que las mujeres latinas son divertidas, medio brutas, pero con buen culo y tetas. Todos recordarán Modern Family.

Vergara se arriesga a cambiar ese rol, perder belleza, dejar el chiste y hacer un personaje fuera de su prestigio. Bien por ella, demuestra que puede actuar, aunque en otro estereotipo, ahora como la villana sin escrúpulos.

Lo otro jugoso es la música, los autos, bares y casas de esa Miami cubana a la que los colombianos llegaron para reinar vía la cocaína, la droga del capitalismo eufórico.

De resto todo es igualito a todas las narconovelas: machotes bélicos, mujeres carne sabrosa, gringos eufóricos consumiendo, los gringos jugando a policía y los colombianos rompiendo todas las normas del pudor.

El narcocapitalismo

Pero donde todo hace sentido es que lo narco expresa brillantemente la ética del capitalismo. El mensaje es que más vale vivir poco, pero viviendo a toda, y ese vivir con todo es tener billete para consumir.

Muy irónico que un político le eche la culpa de las condiciones del país a una serie de televisión, no a su cinismo incompetente.

Una celebración de la ética capitalista que vende que ser exitoso se demuestra en el consumo y la exhibición de lo consumido. Un alardeo constante para alimentar el ego.

Este ‘yopitalismo’ celebrado y actuado por el narco anunció y concretó la esencia del capitalismo: si no consumes y exhibes, no eres. Y ese es el modelo de éxito en Estados Unidos y, en general, del siglo XXI.

Por eso, tenemos políticos como Bukele, Milei, Trump, Char, Fico o Nicolas Petro, que se comportan igualito a los narcos. Pero esta opulencia y representación no se queda en los políticos, también tenemos a los reguetoneros, deportistas —en especial los futbolistas—, los influencers, los new money, los corruptos, los periodistas de clic, y la lista continúa.

El narco ha sido y es vanguardia ya que desde el siglo pasado nos cuenta el modo capitalista de vivir en la actualidad, en este tiempo. Ese estilo de vida que se exhibe principalmente en Miami y se traduce en tres looks:

  • el buchonismo mex o diablas, lobas y prepagos colombianas, esas que celebramos en Sin tetas no hay paraíso.
  • los alucines que expresan vestimenta, consumos y euforia narco que se celebran en el reggaetón, el corrido tumbao y el ranchenato.
  • lo bélico, donde se juntan buchonas y alucines, para posar luciendo armas con orgullo.

La felicidad es narco

A través de Griselda quedan claras algunas cosas. Se reafirma, por ejemplo, que Miami es el paraíso prometido para los latinos, que Medellín es la capital de la cultura narco, entre otras cosas.

Sin embargo, lo que queda más claro es que la narcocultura no es una moda, no es algo del pasado y no se puede considerar como una situación aislada, alejada de los contextos culturales de los países latinos.

De hecho, todo lo contrario. Actualmente hay una visible entrada e influencia de la narcocultura a diversos aspectos de la vida latina como la vestimenta, el modo de accionar, el exhibicionismo, y, principalmente, la cultura de consumo.

Si bien las series y novelas pueden recrean estos nuevos estilos de vivir para la población latinoamericana, hay que especificar que estas producciones solo funcionan como un espejo de lo que ya está pasando en las calles.

Las producciones narco, de una u otra forma, nos están representando, exhibiendo y educando en que el narco es excelente estilo de vida para hacer dinero. Pero ese afán por el dinero no proviene de las narconovelas, proviene del modelo capitalista en el que el mundo entero está envuelto.

Puede Leer: De la televisión al periodismo digital

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Omar Rincón

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Omar Rincón

*Profesor del Centro de Estudios en Periodismo (CEPER), Universidad de los Andes.

Foto: RTVC

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Después de 9 meses de ministros y viceministros encargados en MinCultura, Petro nombró a Nórida Rodríguez como directora de RTVC: síntomas de un olvido de los medios de comunicación públicos.

Omar Rincón*

Tres diablas y un bipolar

En la serie Tentaciones de los años 1990 había tres diablas (Luz Bella, Salomé y Luz Buenona) que querían separar a los patrones. En el 2023 una de las diablas fue nombrada gerente de los medios públicos. ¿Otra diablura de Petro o una nueva demostración de que le valen hongo la comunicación pública y la cultura?

Petro es bipolar en comunicación y cultura. Por un lado, está obsesionado con usar su Twitter para pelear y disputar la labor periodística, algunas veces con salidas de escándalo, por el otro, no le importa el sistema de medios públicos (RTVC) como estrategia de comunicación y la cultura como lugar político para reconstituir la nación desde las gentes y los territorios.

El nombramiento de Nórida Rodríguez como gerente de RTVC, después de 9 meses de gobierno y de seguir con ministros y viceministros encargados en MinCultura, demuestra que nada le importan la comunicación y la cultura como políticas para profundizar la democracia.

Le recomendamos: El ELN y sus problemas de (in)comunicación

La batalla cultural

En Colombia, los gobiernos y los medios de comunicación siempre han sido un matrimonio feliz y han adoptado un mismo relato para sostener la hegemonía política: todo lo que se oponga al establishment y el estatus quo debe ser reprimido. Los medios, entonces, poco han representado o expresado una versión contracultural o más de parte de la gente y las calles.

Hasta ahora, el gobernante siempre le caía bien a los medios, era uno más de ellos y, por eso se adoptaba fácilmente “su versión” como verdad. El último caso fue el estallido social del 2021, cuando los medios ofrecían como verdad lo que decían los militares y el gobierno, mientras la calle, las redes y los medios digitales proveían otra realidad.

Si la actriz Nórida Rodríguez cumple o no los requisitos para el cargo no es el problema: descalificar a una actriz por su profesión es clasismo y es arrogante e irrespetuoso. Si fuera por eso habría que despedir a medio gobierno y lo mismo en todos los gobiernos. Lo que se pone de presente es que Petro no tiene ni idea para qué sirve y lo que quiere la comunicación y la cultura pública.

Ahora llegó Petro y su proyecto político es disputar el papel de los medios y el periodismo para convertirse él mismo en medio-periodista. El presidente, en la entrega de los premios Simón Bolívar del 2022, dijo que “el periodista y el político están en un mismo escenario” y que “esa capacidad de comunicar (crea) una tensión entre el oficio del periodista y del político profesional”.

Al decir eso, lo que estaba haciendo era modificar el pacto democrático entre políticos y periodistas. El gobernante Petro rompía así el pacto de verdad al informar, ya que pretende “imponer” su verdad, su relato y negar el de los medios y periodistas.

Algo similar a lo que hacen Trump, Bukele, AMLO, Uribe y Correa. En este escenario, los medios se convierten en enemigos y “la cancha” de una batalla cultural por el relato de la hegemonía política. Sin embargo, esta obsesión comunicativa petruna desaparece cuando llegamos a la realidad de su gobierno en el sistema de medios públicos y el Ministerio de Cultura.

Sin proyecto.co

Si la actriz Nórida Rodríguez cumple o no los requisitos para el cargo no es el problema: descalificar a una actriz por su profesión es clasismo y es arrogante e irrespetuoso. Si fuera por eso habría que despedir a medio gobierno y lo mismo en todos los gobiernos. Lo que se pone de presente es que Petro no tiene ni idea para qué sirve y lo que quiere la comunicación y la cultura pública.

Primera evidencia: El gobierno Petro se demoró 9 meses para nombrar directora de RTVC y sigue el abandono del Ministerio de Cultura, al que mantiene en modo “encargado”.

Segunda evidencia: Promete una ley de los Medios Alternativos, Comunitarios y Digitales, a los cuales nombra como “públicos” cuando no lo son. Esta ley nunca será cierta, solo lo hace para mantenerlos fieles y hacer shows populistas para contentar con promesas y algún subsidio-limosna.

Tercera evidencia: La tragicomedia de RTVC. 9 meses sin pies ni cabeza. Y eso que este sistema de medios es muy importante porque tiene dos canales de televisión abiertos (Señal Colombia y su hermano institucional), Señal Memoria, la Radio Nacional en 2 frecuencias, las diversas señales como Radiónica y las emisoras de paz y la web RTVC Play. Su significación está en que con este sistema de medios públicos se crea soberanía cultural y autonomía comunicacional.

La demora en los nombramientos es muy grave porque indica que a este gobierno poco le importan los medios públicos, ya que demuestra que no tiene un proyecto y que qué más da nombrar o no, que eso de hacer contenidos que fomenten la creación mediática y cultural en perspectivas ciudadanas no lo trasnocha.

La importancia de RTVC

La RTVC es fundamental para la democracia, ya que es ahí donde se crean los contenidos de diversidad cultural; donde se experimenta la inclusión de contenidos diversos que a los medios privados no les interesa; donde se buscan otros formatos para narrar; donde se forma un talento audiovisual, radial y digital; y donde se crea memoria histórica y se provee futuros de paz y democracia.

Señal Colombia fue el mejor canal cultural de América Latina, aguantó la destrucción Bieri, gana premios y mantiene la dignidad de la televisión infantil. Señal es, por lo tanto, clave para fomentar la creación cultural, crear contenidos que expresen nuestras diversidades culturales e imaginar un relato de nación donde quepamos todas las formas de ser colombiano. Pero eso no le interesa a Petro: él solo quiere ser él.

Señal Colombia debería acabar con ese esperpento que es el informativo creado por Duque y García, que solo sirve para desperdiciar dinero y no dejar recursos para hacer televisión de contenidos útiles y de larga duración. Pero eso sí le interesa a Petro: tener un noticiero para él solito (aunque nadie lo vea).

Señal Colombia debe ser el escenario de, por lo menos, tres mecanismos de producción cultural: la ficción televisiva, que está abandonada por los privados y que crea mejores relatos para vernos; los testimonios periodísticos y documentales de cómo habitamos la paz y la hacemos experiencia alegre de vida en las regiones; y las potentes y diversas producciones populares y juveniles que habitan a Colombia. Pero, eso a Petro no le gusta, que otros y otras brillen.

RTVC Play debería dejar de ser una página web y convertirse en una plataforma a lo Netflix donde esté toda la televisión pública de Colombia, incluidos los canales regionales y lo que malgasta el Mintic a través del Fondo de la Televisión Pública y todos los gustos de los colombiches. Pero eso significaría salir de la caverna ideológica en la que vive Petro.

Foto: Facebook: Ministerio de Cultura El tardío nombramiento de un gerente para RTVC y la falta de nombramientos para el Ministerio de Cultura son muestras del poco compromiso del presidente Petro con la comunicación y la cultura.

La RTVC es fundamental para la democracia, ya que es ahí donde se crean los contenidos de diversidad cultural; donde se experimenta la inclusión de contenidos diversos que a los medios privados no les interesa; donde se buscan otros formatos para narrar; donde se forma un talento audiovisual, radial y digital; y donde se crea memoria histórica y se provee futuros de paz y democracia.

Radio Nacional de Colombia debería meter en sus ondas a las producciones de radios comunitarias, de la paz y universitarias; debería ser una plataforma de toda la radio popular que se hace en las regiones de Colombia. Eso sería reconocer al sujeto popular comunicativo, y Petro se considera el único “popular”.

A Señal Institucional es casi imposible hacerla atractiva, porque pertenece a los políticos y sus modos feos de estar en pantalla y sus modos perversos de hacer país, pero podría ser la mejor cancha para conectar los ciudadanos con sus políticos y gobernantes: uno donde se escuche a la gente y se le pueda responder a sus necesidades. Pero si Petro se las sabe todas para qué escuchar a alguien.

En conclusión, a Petro poco le importan los medios públicos porque él lo es todo: el único influencer. Y nos invita a todos a seguirlo como tal, a darle likes y a callarnos.

Tentaciones

Tentaciones es un clásico de las infancias colombiches de por los años 1994-1998. El matrimonio Rodríguez tenía un ángel que la guarda (Diego León Hoyos) para defenderse de tres diablas que la querían destruir: la sexy Luz Bella (Isabella Santodomingo); la sensual, astuta y malvada Salomé (Nórida Rodríguez); y la voluptuosa, maquiavélica, oportunista y nefasta Luz Buenona (Rosmery Bohórquez).

Como la diabla astuta fue nombrada gerente de RTVC, eso lo obliga a uno a pensar cómo es la cosa de la comunicación y la cultura en este gobierno.

Y concluye que los tres diablos de RTVC son Petro, que no la quiere; los políticos que quieren clientelizarla; y el gastarse el dinero en burocracia y no en hacer televisión. De estos tres diablos, por ahora, Petro es el diablo destructor mayor de la comunicación pública y la cultura.

Ojalá la astuta Nórida logre encauzar, con un proyecto e ideas poderosas, la debacle comunicativa que nos habita. Y se dé cuenta que la cultura y la comunicación son las formas más potentes para conectarse y estar en los territorios, crear identidades y proveer soberanía simbólica.

Nórida, te necesitamos de salvadora, ojalá el diablo te deje y “actúes” el mejor papel

  1. Y ¿hasta cuándo el abandono cultural de Petro? De verdad, ¿le importa tan poco? Lástima que los que se dicen de izquierda, como este gobierno, o de derecha, como el gobierno anterior, sepan tan poco de cultura y no sepan qué hacer con ella. Amén.

Lea en Razón Pública: Entre amiguismos, arrogancias y emputes

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Omar Rincón

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Omar Rincón

*Profesor del Centro de Estudios en Periodismo (CEPER), Universidad de los Andes.

Foto: Facebook: Verónica Alcocer

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El presidente nombra a sus amigos, pero comprende su poder y no aparta el dedo de la llaga. Por eso las élites están indignadas, y por eso Colombia está en estado de crispación política-emocional.

Omar Rincón*

Otro gobierno amiguista

Dicen que el pez muere por su boca y eso es lo que le está pasando a Petro. Sus problemas son de mucho verbo —decir, por ejemplo, que es el cambio y luego hacer lo mismo— y mucho tuit y “nada de paletas”.

Petro en campaña dijo que iba a hacer el cambio. Sin embargo, en las cosas simples, las elementales de la vida, no lo ha sido. Nombra amigos a diestra y siniestra, se rodea de políticos sin ideología y los premia con puestos, no acepta a los que saben sino que se llena de fans inexpertos. Y así, no hay tal cambio en la mayoría de los nombramientos: sigue triunfando la amigocracia. Se necesita ser amigo de Petro o de Verónica o, al menos, militante del Pacto para tener un empleo en el gobierno. Grave.

Lo que duele con Petro es que él dijo que iba a ser distinto e hizo, constantemente, un diagnóstico de lo podrido del país. Resultó que fue más de lo mismo, solo que con arrogancia y provocaciones.

Lo de nombrar amigos, políticos de clientela, pagar favores no es nuevo. Es lo que siempre padeció Colombia. Uribe lo hizo de manera soberbia y cínica diciendo que son unos buenos muchachos, Santos en modo no cambiar es de imbéciles, Duque solo nombró compañeros de curso de la Sergio pachanga. Somos, en definitiva, un país donde cuando hay política no hay meritocracia, hay amigocracia.

Lo que duele con Petro es que él dijo que iba a ser distinto e hizo, constantemente, un diagnóstico de lo podrido del país. Resultó que fue más de lo mismo, solo que con arrogancia y provocaciones.

Puede leer: La violencia de género no da tregua en Colombia

El cambio de paisaje

Bueno, no seamos tan duros. Sí, hay cambios en Petro, aunque sean en el paisaje.

Por ejemplo, en relaciones exteriores. Un canciller de la paz que antes era de la guerra, o un embajador afro en Estados Unidos que antes fue militarista, unas emabajadoras indígenas en la OEA y la ONU que antes fueron rezanderas.

O en el campo de la defensa. Pasamos de tener un ministro para defender la corrupción y atentar contra los derechos humanos a un ministro que lucha contra la corrupción y sabe de derechos humanos.

También negoció con Fedegán y Lafourie para contribuir a la política de tierras y el proceso de paz. O con Venezuela, que pasó de ser enemigo a ser socio comercial.

A su vez, por lo menos, ahora medianamente conocemos a los ministros con sus saberes específicos y dejaron de ser un grupo de los que ni sabíamos el nombre.

Por fin dimensionó —iba como tarde— que la violencia en Colombia tiene muchos matices y actores, y que hay que juntarlos a todos para poder cantar paz.

Hay muchos cambios.  Superficiales, pero en definitiva cambios.

El cambio fundamental

No obstante, el cambio mayor está en cómo el presidente y su gente provocan y emberracan a la modorra de analistas bienpensantes y mediáticos del país. En cómo algunos periodistas y miembros de las élites analizan, opinan y critican la dirección del gobierno Petro.

La realidad es que el gobierno Petro representa otra clase social, un color de piel más bien oscurito, otra actitud pública al gobernar peleando y no con buenas y bonitas palabras. Estos hechos han llevado a dos estados de ánimo que develan muy bien nuestra colombianidad:

Un machismo espectacular para cascarle con todo a Verónica, Francia e Irene. Les dan con todo porque son bonitas, o porque hablan duro, o porque se atreven a pensar con cabeza propia. Nada les gusta, prefieren primeras damas como las de Duque —modositas y morronguitas—, o como Martha Lucia y sus malos tratos de clase.

Se supone que todo es culpa de Verónica, a Irene se le analiza el estilo y la actitud y no lo que propone y no puede hacer, a Francia se le inventa un chisme de poder diario. Pero la realidad es que el responsable es Petro y sus nombrados. Por eso la actitud contra las mujeres revela el machismo arraigado de esta raza de colombinches.

El cambio mayor del gobierno está en que Petro se ha dedicado a provocar a los clasistas, racistas, y machistas. Cada tuit del presidente, cada performance de Irene, Verónica o Francia, cada salida en falso de Corcho se convierte en un empute más. Es una trampa, claramente, para los opinadores y periodistas de parte del presidente Petro. Cuando entran en el juego de responder todo lo que él dice, se crea un ruido semejante que se come todo lo que está pasando, los hechos reales.

Foto: Facebook: Verónica Alcocer - El gobierno Petro ha sido una provocación para los tres males nacionales: el clasismo, el racismo y el machismo. Por esto, se vuelve polémica cada performance de la primera dama o de las ministras.
Por otro lado, el clasismo total contra Petro. La élite se le burla constantemente de las ideas, los modos de pensar y la forma de hablar del presidente.  Lo hacen con rabia porque Petro no les hace caso. Duque los hacía ver muy brillantes y se le soportaba porque era uno de los mismos. Lástima que Duque salió tonto y con un corazón de oro. Como dirían, un buen tipo.

En la mayoría de comentarios y análisis contra Petro lo que brilla es el clasismo y la arrogancia de los que se creen dueños del poder de opinión y, por qué no decirlo, de Colombia.

Cambio de tonito

El clasismo, el racismo y el machismo son los tres males nacionales por excelencia. Pero lo intentamos ocultar y eso es lo peor. Intentamos no hablar del tema o esquivarlo para no mirar nuestro reflejo.

El cambio mayor del gobierno está en que Petro se ha dedicado a provocar a los clasistas, racistas, y machistas. Cada tuit del presidente, cada performance de Irene, Verónica o Francia, cada salida en falso de Corcho se convierte en un empute más.  Es una trampa, claramente, para los opinadores y periodistas de parte del presidente Petro. Cuando entran en el juego de responder todo lo que él dice, se crea un ruido semejante que se come todo lo que está pasando, los hechos reales.

Es lo mismo que hace Andrés Manuel López Obrador en México. Fue igual a como hicieron en sus tiempos Uribe, Chávez, Correa, Evo, Cristina, Trump, Bolsonaro.

Así llegamos al estado de crispación emocional-política nacional. Periodistas y analistas iracundos, el presidente jugando al tuit irresponsable, Verónica fashionista folclórica. Y todos emputados por lo superficial y nadie poniendo atención a los hechos, las realidades.

Lo ideal sería analizar nuestros clasismos, racismos y machismos antes de entrar a este club de la pelea que plantea el gobierno. Y, claro, no caer como moscas en las provocaciones tuiteras del presidente. Asumir realmente que son pura bulla y ruido sensacionalista.

Por ahora, Petro va ganando la batalla de la opinión pública, ya que él es la agenda, el tono y la realidad política del país. Pero de lo que realmente pasa, se aprueba y se hace, nadie habla.

Parece, en últimas, que el problema no es el presidente, somos nosotros los periodistas, los analistas y las élites de la opinión los que estamos cayendo como moscas en la leche twittera.

Le recomendamos: Las tensiones en el gobierno Petro, ¿se romperá la cuerda?

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Omar Rincón

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Omar Rincón

*Profesor del Centro de Estudios en Periodismo (CEPER), Universidad de los Andes.

Foto: Facebook: Gustavo Petro

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Cuatro meses de gobierno y el presidente Petro no designa a los encargados de los medios de comunicación. ¿Cuáles son las causas de este olvido?

Omar Rincón*

¿Qué pasa con Petro y la comunicación?

Que un presidente quiera tener un programa de televisión o ser un influencer está en todo su derecho y gana. Más si considera que comunicar es gobernar. Que Uribe como Chávez en los lejanos 2002 fueron populistas de pantalla estuvo muy bien.

Que Duque intentara ser presentador de televisión en época digital fue otra más de sus ineptitudes, pero que Petro, el tuitero provocador, quiera tener un programa de televisión después de haber sacado sus videos de 100 días y completar más de 120 días sin nombrar quiénes administren los medios públicos es una jugada nefasta.

La comunicación es fundamental para gobernar, pero no es el gobierno. El gobierno Petro en comunicar sigue en mal libreto.

Todo un esperpento.

Uribe, quien gobernó en la TV

En tiempos de Uribe, estar en televisión era lo obvio y ganador: entretener, prometer y no cumplir fue el reality de la época. Pero hasta él se dio cuenta que la televisión no va más. Se convirtió en tuitero, les habló a los periodistas al estilo Trump. Él supo que su tuit fue relevante porque los periodistas lo tomaron en serio.

Paul Waldman en el Wahsington Post escribió que “Trump usó la red social como una palanca para obtener atención. Comprendió que lo importante no era cuántas personas estaban en Twitter sino quiénes estaban allí: los periodistas.

Hay más de una docena de plataformas con mayor cantidad de usuarios, pero Twitter es el lugar donde los periodistas monitorean las noticias del día, promocionan sus historias y conversan entre ellos.

Cada vez que Trump tuiteaba algo escandaloso, sabía que los periodistas lo verían y escribirían al respecto, lo que le permitió moldear la agenda noticiosa y lograr que todos hablaran de él. La estrategia fue notablemente efectiva”.

Exactamente eso hizo Uribe, abandonar la televisión para ir al Twitter a encantar y seducir periodistas. Genio comunicativo, don Álvaro, quien hace política sin hechos pero con medios y redes digitales.

El esperpento comunicativo de Petro
Foto: RTVC - Aunque el presidente hará un programa de televisión en RTVC, su desinterés por el Sistema de Medios Públicos se refleja en la falta de nombramiento de un gerente a cargo de este.

Lea en Razón Pública: Gustavo Petro en Twitter, ¿la inmediatez o la reflexión?

Petro y sus esperpentos

La comunicación es fundamental para gobernar, pero no es el gobierno. El gobierno Petro en comunicar sigue en mal libreto.

Esperpento 1: lo primero fue el nombramiento del Ministerio TIC, ese donde hay mucho billete y mucha política, ya que ahí se decide todo. A dónde mandar los dineros del fondo público de la televisión y qué hacer con los dineros que ingresan por las empresas de celular e internet.

A su vez se trabaja sobre el apoyo a medios de comunicación y sobre cómo hacer soberanía cultural en territorio. También se crean las políticas para el sector de los celulares, el internet, las empresas —como Facebook o Google— y las plataformas como Netflix, Disney + y Prime.

En ese sainete burocrático escogió una ministra con inhabilidades de amor y negocios. Una villana que luchó contra las éticas y las decencias con tal de quedarse con el trono. Después de semanas mediáticas, le llegó la hora a otra desconocida que viene a practicar sus saberes políticos y clientelares. Y ahí va, en bajo rating y sin mucho por decir.

Esperpento 2: otra tragicomedia es la de RTVC, después de 4 meses de haberse posesionado el presidente, sigue sin pies ni cabeza. Y es que sigue sin doliente Señal Colombia y su hermano institucional, Señal Memoria. Así como la radio nacional y las diversas señales como Radiónica, las emisoras de paz y RTVC Play.

El no nombrar a nadie es muy grave porque indica que a este gobierno poco le importan los medios públicos, esos donde se crea soberanía cultural y autonomía comunicacional.

El mensaje que manda Petro es que no tiene proyecto o le da lo mismo fomentar la creación mediática en perspectivas ciudadanas.

Esperpento 3: reina a través del Twitter. El yo-presidente en modo sensacionalista dice cosas raras y provocadoras ahí, habla de cosas que confunden y mete miedo para crear escándalo mediático.

Y, para hacer aún más confuso todo, los ministros y funcionarios salen a hacer anuncios que nadie les pidió, causando mucho más ruido. Por si fuera poco el caos, aparecen los seguidores del presidente que tuitean tonterías a diestra y siniestra.

Esperpento 4: a sus primeros 100 días invita, de manera populista, a los medios comunitarios a sus ruedas u homilías de prensa. Si ya están ahí emocionados, serán puros perros falderos del poder.

Presidente Petro, a gobernar y dejar el show comunicacional para otro momento. Ministros, deben cerrar su opinadera y empezar a hacer. Que sean los hechos y nos las especulaciones las que comuniquen.

Esperpento 5: se inventan dizque “10 capítulos, con material inédito, producido 100 % en la Casa de Nariño, con el cual se busca comunicar el trabajo de los primeros 100 días del presidente y su equipo de trabajo”. Y de verdad no están mal, se gozan y cuentan sus verdades como una oda gubernamental, cero autocrítica y cero empatía ciudadana.

Esperpento 6: hacer un programa de televisión a lo Uribe y Chávez en época de redes digitales, donde el 70 % de las audiencias en el mundo dicen no querer ver televisión informativa. Es un absoluto fracaso, un despropósito de recursos, una vía facilista para escandalizar periodistas. Lo raro es que ahí sí sirve RTVC, para hacerle propaganda al yo-gobierno.

¿A dónde nos lleva el yo-gobierno?

Petro es un gran personaje comunicacional, pero por ahora no está narrando adecuadamente. La comunicación de este gobierno es mucho ruido mediático y digital, lo que lleva a la confusión ciudadana.

Presidente Petro, a gobernar y dejar el show comunicacional para otro momento. Ministros, deben cerrar su opinadera y empezar a hacer. Que sean los hechos y nos las especulaciones las que comuniquen.

Finalmente, es urgente que nombre a los encargados de los medios públicos de la nación. Nombrar en RTVC es muy importante.

Ahí es donde se crean los contenidos de diversidad cultural, donde se experimenta la inclusión de contenidos que a los medios privados no interesa, donde se buscan otros formatos para narrar, donde se forma un talento audiovisual y radial, donde se crea memoria histórica y se provee futuros de paz y democracia.

Por ahora, Petro es un esperpento comunicativo y un buen gobernante en asuntos de paz, tierras, imagen internacional, seguridad, equidad tributaria y mensaje ecológico. Lástima que su comunicación sea tan equivocada.

Puede leer: La comunicación de Petro: lo que más necesita un “cambio”

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Omar Rincón

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Omar Rincón

*Profesor del Centro de Estudios en Periodismo (CEPER), Universidad de los Andes.

Foto: Alcaldía de Bogotá - El periodismo es el narrador de la democracia, y si el narrador anda en decadencia y habita los espectáculos del yopitalismo, andamos muy mal como sociedad y especie humana.

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Los medios perdieron estas elecciones, pero ganó Semana con escándalos hechizos, ganó Becassino como traductor, ganaron los influencers con el odio y la risa del jodido, y ganó Duque porque se fue de vacaciones y nadie volvió a verlo.

Omar Rincón*

La fiesta de la recocha

El periodismo es el narrador de la democracia, y si el narrador anda en decadencia y habita los espectáculos del yopitalismo, andamos muy mal como sociedad y especie humana.

En estas elecciones los medios habitaron la anécdota, la gritería y el escándalo: puro ruido y emoción en modo de relato futbolero. Poco de profundidad y todo de levedad de titular. Los problemas apenas se enunciaron, nada se investigó ni se ahondó: los medios se quedaron en el espectáculo y en la filtración-chisme.

La realidad: no es fácil hacer periodismo de rigor (ese de documentos, contextos, fuentes y criterio) con estos personajes. Uribe derrotó al periodismo; nunca le pudieron sacar una verdad. Y en la misma vaina, Rodolfo y Petro derrotan a los periodistas porque hacen lo que se les da la gana con ellos. Por eso habría que encontrar el modo narrativo y las agendas adecuadas para exponer y develar a estos personajes, no seguirles el juego porque ahí el periodismo pierde.

Lo raro es que los periodistas y analistas piden debates de ideas, programas y argumentos, pero cuando hubo debates en la primera vuelta, informaron sobre quién se puso de mal genio, quién dijo una mala frase, quién emocionó, y nada sobre las ideas. Se piden ideas y se informa circo, ¿quién los entiende?

El lugar común de los periodistas es que las elecciones son “la fiesta de la democracia”. Pero hacen poco de democracia y mucho de recocha que es lo que informan. Narran un voto como si fuera un gol, una metida de pata del candidato como si fuera un faul, una salida de tono como un off-side futbolero, y los comentarios son alevosos y sin criterio. Puro periodismo deportivo de las elecciones, por eso hasta Vélez, el de fútbol, vocifera sus odios en sus sermones patrocinados por Postobón. Así, según los medios, una elección es una carrera entre encuestas de cada semana y se narra como si fueran dos caballos en competencia.

Y de la democracia apenas nos queda el voto. El voto es su esencia porque decide, pero la democracia es mucho más que eso, es un sistema de sociedad y un ethos de vida, la separación de los poderes, el respeto a la ley y el ampliar los derechos. Y eso cada vez importa menos. El periodismo debería garantizar la democracia, no quedarse en la búsqueda del voto (el clic) a toda costa y la defensa de los negocios de los dueños de los medios. No hubo periodismo de oficio, ese de brindar contexto, criterio y diversidad de voces.

Esta fue una campaña del yornalismo (o periodismo del yo dije, yo soy, yo periodista) y del yopitalismo (plata para yo) donde importaban más los escándalos que la democracia. La analista de marketing político Angie González dice que fue “como la vida de las Kardashian pero en versión Petro y Rodolfo”. Y como Rodolfo hablaba solo, no quiso debatir, entonces, todo fue contra Petro. Y Petro pasó de ser el cambio a representar el establecimiento, de ser el rebelde a encarnar al conservador, de estar en control de la campaña a parecer perdido en su laberinto.

¿Qué hicieron los medios?

Los medios se comportaron como barras bravas más que como periodistas. Y la cancha del espectáculo fue Twitter, donde políticos y periodistas se dieron en la jeta hasta doler.

Catalina Uribe, profesora de opinión, describió así el panorama de los medios en elecciones: “Cecilia Orozco dijo que hay que investigar a Rodolfo Hernández, pero nadie le paró bolas. A Rodolfo le siguieron el juego: él ponía la agenda y ‘todos contra Petro’. Se destacó la coalición Vorágine-Espectador-Cambio con investigaciones al estilo centro esperanza: correctas y tibias”.

Pero no todos los medios fueron iguales.

Cambio intentó hacer esos informes que antes molestaban al poder, pero con poca referencia a los modos como se mueven las emociones políticas en estos tiempos; por lo tanto, un periodismo que no interpelaba a la sociedad actual y un exceso de columnistas cuyas opiniones poco importan.

‘La W’ intentó poner cuerpo a lo que pasaba, indignada con los exabruptos de la campaña, intentando que algo tuviese incidencia, pero nada al final del día: espectaculares JES.

El Espectador, decente, calmado, pero sobrepasado, sin vuelo, intentando portarse bien, con columnistas sin lectores y periodistas con mucha opinión y poca reportería.

El Tiempo fue como higiénico, como que no quería comprometerse, como que jugó a no decir para no implicarse.

‘RCN’ radio y televisión en modo barra brava, pero sin fans.

La Silla Vacía intentando analizar, ser serios y persiguiendo la interacción, pero suavecitos con Rodolfo.

Medios en elecciones presideciales
Foto: Facebook: Registraduría - Nacional Nos vendieron otra vez la idea de que esta elección es peor que las anteriores que nos espera un futuro terrible.

Nos vendieron otra vez la idea de que esta elección es peor que las anteriores que nos espera un futuro terrible. ¿Peor que el gobierno Duque? Imposible, quiero creer.

‘Caracol Televisión’ intentando hacer informes pausados y reflexivos, explorando la opinión argumentada, y al final perdido entre tanto escándalo.

El País de España parecía colombiano y le dedicó un cubrimiento respetuoso a las elecciones, siguió los chismes, intentó perfiles y de investigación pocón.

Semana, la ganadora

La estrella fue Semana quien ha hecho del decir impune su método y sigue haciendo lo correcto para los negocios de sus dueños y la obediencia a sus amos políticos. Lo correcto es denunciar los modos de Petro y sus amigues, los ‘royvideos’ revelan lo que hacen todos: escándalo de doble moral, bueno cuando lo hace Uribe contra la paz y mal cuando lo hace Petro.

Lo bueno de Semana es que no esconde nada: apostó todo contra Petro y fue consistente. Quería circo y lo armaba, como cuando entrevistó a la señora madre y Vicky fue como la nuera simpática. Quería clic y lo lograba, como al hacer noticia del regaño de la esposa a Petro por no usar guasá.

Semana lo hizo muy bien para emputar a los bien pensantes y maravillosamente para expresar a la gente de bien. Semana es la ganadora de estas elecciones: acabó con el periodismo, pero ganó en las escenas del morbo y el escándalo.

Influencers, ganadores

Las columnas de opinión de periódico escrito y digital no sirven para nada en estos tiempos porque hablan de una sociedad y unas ideas que no atraen ni convocan: eso de la modernidad, el respeto por la diversidad de argumentos, los derechos humanos, la democracia, la inclusión y la justicia social. Y además cada columnista cree tener una autoridad moral que los lectores no les reconocen. Por eso, la opinión se fue a los influencers y los memes.

Las audiencias acabaron informándose por WhatsApp, Tik Tok y fake news. La profesora de los Andes, Catalina Uribe, afirma que “sí hubo cambio discursivo en las audiencias (y se reflejó en algunos medios)” y que ‘los tibios’, ese centro indeciso, adquirieron una actitud pesimista: pasaron del ‘ni Petro ni Uribe’ al ‘ni con Rodolfo ni con Petro’.

Lo cierto es que hubo influencers de lado y lado, con sueldo o con ironías, y mucha capacidad para provocar y molestar. Y como esta era una campaña de barras bravas, muchos influencers incitaron los odios, provocaron los hurrasss y chiflidos, y el matoneo y demás prácticas de belleza digital. Pero también hubo influencers, sobre todo en Tik Tok, que siguieron las agendas y preguntas que tocaba, que intentaron seducir al público para que escoja a su candidato haciendo buenos productos.

Y entre los youtubers, los ganadores fueron los que hacen humor metiéndole política, memes y guarachas. El periodista Alejandro Gómez dice que “las redes le quitaron más votos a Rodolfo que todos los medios juntos”. Y pueden ser las redes hípsters, pero creo que en Facebook y Whatsapp, Rodolfo dominó. Y en Tik Tok se dieron duro y parejo con igual éxito. Ambos tenían buenos equipos digitales. Cada candidato en redes tenía sus barras-influencers.

Y Twitter sigue siendo el engaña bobos, ya que ahí únicamente habitan los periodistas, los políticos y los wanabe opinadores, el club de la pelea entre sus egos; discusiones de las cuales los ciudadanos poco se enteran.

Los medios digitales, esos pequeñitos, fueron como un oasis para informarse y comprender, ya que lo hacen bien, cuentan mejor, intentan otras agendas y miradas, pero llegan a pocos, cada uno en su iglesia y cada iglesia en su fe. Estos medios parecen más clubes de autoayuda que escenarios públicos de la opinión. Y así es muy difícil construir democracia.

Becassino, el ganador

Rodolfo no fue a debates por voluntad propia, porque ni bobo que fuera. Pero sí tuvo entrevistas personalísimas en todos los medios donde podía decir estupideces; escogió los periodistas, los medios y hasta las preguntas. Y los periodistas se reían y aplaudían porque llegaba el clic. Y ante las estupideces estaba Becassino, el traductor de Rodolfo, para convertirlo en estadista. ¡A mí me daban ganas de votar por Becassino!, lo que él decía me convencía, y decía él lo que Rodolfo decía.

Becassino, el candidato, afirmaba que “si hay un eje estratégico claro es la verdad, jugar con la verdad, trabajar con la verdad y apoyarnos en la verdad”. Entonces, Rodolfo decía verdades como que “yo recibo a la Virgen Santísima y todas las prostitutas que vivan en el mismo barrio con ella”, “me limpio el culo con las leyes”, “los jueces son una parranda de zánganos, que llegan a las 10 a tomar tinto y comer papas chorreadas”, “todos los funcionarios son unos corruptos, vagos”, “se debe empezar a trabajar a las 6 de la mañana hasta las 5 de la tarde, con solo media hora de almuerzo”, “imagínese un pobre hombrecito pagándome intereses durante 15 años: eso es una delicia”, no saber qué es el Acuerdo de Escazú, confundir a Einstein con Hitler y a la OEA con la ONU…

El ganador total de esta campaña es Becassino y se ha divertido.

Mucha verdad en Rodolfo. Señoras y señores, según Becassino, Rodolfo decía la verdad, entonces Rodolfo es un ignorante en democracia y política. Pero a esas ignorancias, Becassino las arreglaba con la metodología del “control de daños”: Él nos traducía y explicaba esas verdades de Rodolfo y nos contaba lo que él quería decir.

Finalmente, Becassino, el asesor, decía que Rodolfo ganaba porque promete “alegría y eso es lo que quiere la gente” y que “la gente se pone contenta cuando ve a Rodolfo y lo siente cercano”. ¿Y la democracia? ¿Y la sociedad de los comunes? ¿Y el bienestar colectivo? ¡Ah! Eso no importa. Importa es ganar y ya.

El ganador total de esta campaña es Becassino y se ha divertido. ¡Yo votaría por él!

Esto de los asesores y estrategas de campaña política es raro: hacen todo con tal de ganar, sin asumir responsabilidad democrática o ideológica. Raro eso.

¿Sirve para algo el periodismo?

El periodismo era ese oficio de hablar de lo que no interesa a los lectores y hacerlos poner cuidado, como dijo Caparrós, y de eso de joder al poder y obligarlo a hacer algo. En eso ese periodismo llamado investigativo demostró que no sirve para nada. Y es que hemos llegado a que periodismo de investigación es periodismo de filtración, únicamente.

Se intentó decir, pero se quedaba en los titulares, en el llamado de atención sobre los problemas; no se entraba en los asuntos. Mucha filtración como sinónimo de investigar. Faltó reportería, diversidad de fuentes, ángulos, contextos y miradas. Digamos que Cambio, El Tiempo y El País español lo intentaron sin mucho éxito.

Duque, Zapateiro y el Fiscal fueron acusados de intervención en política… y nada. Se denunció el modo de ser de Rodolfo con filtración de llamadas, videos, conversaciones, investigaciones…y a nadie le importó. Se acusó a Petro, Roy y a la banda…y cero pollitos. Nada tiene efecto; es más, las denuncias hacen visibles y atractivos a los villanos.

Y como nada servía, todos hicieron perfiles diciendo lo mismo. Claramente, ya el periodismo de investigación no asusta ni a Duque ni al director de la DIAN, ni a Rodolfo, ni a Petro. El periodismo tendrá que volverse más creativo en sus miradas y en lo que investiga.

Lo claro es que el que gane se la va a montar a los medios: son el rival más bobo y débil para golpear y dar ganancias populares.

Los periodistas deberían comprender que a estos políticos irascibles y yocéntricos más que investigarlos hay que interpretarlos y narrarlos en otros modos.

¿Cómo les fue a los medios?

Bien en pauta (les entró mucho billete), escándalo (había pelea diaria) y odios públicos (la idea era joder al otro medio, periodista, político).

Mal en cuanto dejaron de hacer periodismo y se la pasaron peleando entre ellos.

Terrible cuando únicamente hubo un modo de narrar: contra Petro.

Patético cuando celebraron las burradas de Rodolfo, que hacían reír y ya.

Los medios siguen en modo Duque, o sea, en la bobada, la indolencia y el cinismo expandido.

Al final, Rodolfo fue la estrella, Petro se vio perdido y descolocado ante la fogosidad histérica del amado por los medios, y los periodistas no supieron qué hacer. Nos vendieron otra vez la idea de que esta elección es peor que las anteriores que nos espera un futuro terrible. ¿Peor que el gobierno Duque? Imposible, quiero creer.

[Esto fue escrito antes de saber los resultados del domingo 19 de junio]

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Omar Rincón

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Omar Rincón

*Profesor del Centro de Estudios en Periodismo (CEPER), Universidad de los Andes.

Foto: Facebook: Iván Duque - Es un lugar común reírse de Duque, es un lugar común su desconexión de la sociedad.

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Iván Duque lleva cuatro años viviendo en la casa de Nariño o de paseo naranja o en su propio planeta de fantasía. Por eso se atrevió a decir que sería reelegido.

Omar Rincón*

Yo ganaría  las elecciones

Es un lugar común reírse de Duque, es un lugar común su desconexión de la sociedad, es un lugar común escribir este texto para decir, otra vez, lugares comunes: Duque es un meme, un payaso, un cínico, un indolente… un lugar común. Pero hay que conversar sobre ese lugar común llamado Duque porque la noticia mediática de la semana fue su frase imborrable: “si hubiese reelección, ganaría”. Esta frase demuestra la única gran consistencia de su gobierno: sus salidas en falso y sus frases tontas que atentan contra la inteligencia de la gente. Tal vez, Duque sea un bobo vivo porque nos pone a hablar de sus frases cínicas y olvidamos analizar su pésimo gobierno y cinismo político; o, tal vez, es realmente un desconectado que se convierte en meme.

El memeduque

Andrea Echeverry popularizó esta jerga en Baracunatana: “garulla, retrechera, abeja, bergaja, fulera, guaricha, garosa, morronga, farisea, gorzobia”. El presidente Duque en su desgobierno se convirtió en otro meme: cínico, indolente, payaso, mamarracho, mitómano… Y por eso dice así:Duque vive en Polombia. No se enteró en cuatro años de que vivía en Colombia. Le encantaba ir de paseo y hablar en inglés. Paseó con sus amigues nombrados en todos los puestos y vestidos a la moda fachaqueta de excursión de sexto bachillerato. Convirtió al país en una duquezuela, ya que el fiscal, la procuradora, el contralor y el registrador son amigues que persiguen a quien lo critique. Su principal obra de gobierno fue convertirse en el mejor meme de Colombia, ser un memepresidente. Pasará a la historia como el creador de así lo querí; de los siete enanitos; de la gaseosa Postobón contaminando el agua para decir que eso es creatividad; por su empatía lingüística con las masacres, que soluciona llamándolas homicidios colectivos; y por ser el rey del virus en manejo de la COVID-19 y las vacunas según los medios, cuando la Verdad es que somos el tercer país latino con más muertos (140 mil) y en vacunas apenas llegamos al 66 %.

La noticia mundial: Duque sería reelegido

Y todas esas frases de autoengaño han sido noticia y fábrica infinita de memes. Ahora tiene un nuevo chascarrillo del mismo estilo:  con una popularidad del 27 % dice que “si hubiese reelección” la ganaría. Y obvio, semejante adefesio se convierte en noticia nacional porque es algo de “no te lo puedo creer”, entonces periodistas, analistas y la gente se sorprende de que este señor salga con esas. Y todos nos preguntamos ¿dónde vive Duque? ¿Será con los siete enanitos?, ¿en Polombia?, ¿en el planeta cinismo?

Convirtió al país en una duquezuela, ya que el fiscal, la procuradora, el contralor y el registrador son amigues que persiguen a quien lo critique.

Todo parece indicar que no se ha enterado de nada o mejor que sigue a rajatabla su eslogan de gobierno “¿de qué me hablas viejo?” Nunca un gobernante se había definido tan impecablemente frente al pueblo colombiano como él con su famosa pregunta. Y no se entera porque se la pasa viajando para huir de los problemas reales, de eso que debería ser noticia nacional; o viviendo en su propia nube (digital); o en su casa estudio de televisión prevención y acción; o en las drogas, no las que perseguía, sino las que toma para alejarse de la gente; o rezando y esperando el milagro de la virgen; o en un ‘parche de amigues weo’n’ donde todo es una berraquera. Su desconexión, cinismo e indolencia han logrado producir un gran acuerdo nacional: todos los candidatos, mi mamá, la tía, la calle, los medios y el pueblo están de acuerdo con que es el peor presidente de la historia.

Lo de Duque no es una provocación (eso sería darle mucho mérito), es una ofensa a los colombianos y sus procesos de hambre e indignación, es una muestra más de su indolencia ante el asesinato sistemático de los líderes sociales: el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz reveló que hasta octubre del 2021 había 843 líderes asesinados bajo el gobierno de Iván Duque. Es una payasada con los más de 73 manifestantes muertos en el estallido social del 2021; es un confirmar que él sigue preso en la casa estudio de Nariño como presentador de un programa que lo protege de la gente, la crítica y las ideas.

Pero, ¿será que es una estrategia eso de presentarlo como el bobo del pueblo para evitar juzgarlo como el gobernante cínico que es? ¿O es un inepto al que lo tienen viviendo un fake reality?, o definitivamente los medios duquistas y sus asesores son muy brillantes y se dan cuenta de que como no ha hecho nada, ya que los datos y hechos demuestran que no tiene nada que mostrar, ellos le dicen “presi haga de payaso” y decide montarnos el circo para evadir su responsabilidad pública.

Iván Duque es un meme
Foto: Facebook: Iván Duque - Duque vive en un país de las maravillas donde un celular es una revolución y a un trabajador sin derechos se le llama emprendedor.

Puede leer: El éxito de Duque

¡Ay, Colombia!

En todo caso, sea por bobo o por brillante Duque demuestra con su frase que no le importan de verdad la democracia ni el pueblo colombiano. ¿Cómo se explica esto? El dueño de la verdad desde Washington, el señor Moisés Naím, escribe que a la democracia se “la cargaron” y “no nos dimos cuenta” y que esto es una combinación de tres ‘p’: populismo, polarización y posverdad. Esto vale para Uribe, Chávez, Bolsonaro, Bukele, Trump, Correa y otros machos, pero para Duque ni siquiera esto. Su lejanía de todo lo convierte en un prisionero de sus amigues y sus elogios, y su actuación es lamentable hasta televisivamente.

Duque vive en un país de las maravillas donde un celular es una revolución y a un trabajador sin derechos se le llama emprendedor, donde“sálvese quien pueda” es una política, un programa de televisión es una forma de gobernar, matar ciudadanos es el modo de evitar las ideas, y evadir los derechos humanos y perseguir críticos hacen parte del videojuego de sus amigues.

Ojalá Colombia fuera un videojuego y ya, pero lo perverso es que Duque en su nada, lejanía, cinismo e indolencia acabó hasta con el decoro y la democracia. Por eso estamos muy berracos, y así votamos: emputados. Y de ahí puede salir una pesadilla peor que la de esto bobo-vivo que tenemos.

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Omar Rincón

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Omar Rincón

*Profesor del Centro de Estudios en Periodismo (CEPER), Universidad de los Andes.

Foto: Facebook: Causa Justa - El aborto fue despenalizado.

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El mundo cambia, pero el periodismo sigue anclado al siglo XX. En vez de “neutralidad” e “imparcialidad”, necesitamos narrativas y estéticas plurales y disruptivas. Llegó la hora del periodismo feminista, negro, indígena y democrático.

Omar Rincón*

Un país incoherente

Colombia es un país muy incoherente y muy raro. Con la Constitución del 91, nos convertimos en un país diverso e intercultural que salvaguarda los derechos humanos. Una maravilla en el papel. Pero ni la Iglesia ni los evangélicos ni los terratenientes ni el establecimiento estaban dispuestos a cambiar y decidieron destrozar la Carta Magna en nombre de la guerra.

En 2016, firmamos el Acuerdo de Paz, pero el establecimiento insistió en la guerra e impidió el cambio. Ahora la derecha premoderna –aquella que defiende a Dios y a la propiedad privada por encima de los derechos y la democracia– llora porque finalmente la Corte despenalizó el aborto hasta la semana 24. Numerosos medios, entre ellos el podcast El Hilo, celebraron este acontecimiento histórico y señalaron que Colombia quedó en la vanguardia del continente. Pero como somos Polombia, el cinismo y la ignorancia llevaron al presidente Duque a afirmar que esta decisión podría facilitar que “el aborto se convierta en un método anticonceptivo recurrente y regular”. Señor presidente, gústele o no, el aborto ya no es un crimen, sino un derecho.

Periodismos arcaicos

Todos los acontecimientos relevantes para la sociedad son narrados por los medios. Paradójicamente, las nuevas agendas y éticas de los feminismos, el aborto, la paz y la defensa de la vida siguen siendo narrados como si fueran una guerra o un partido de fútbol, es decir, como una lucha de machos y no como formas alternativas de habitar el mundo y edificar la sociedad.

Es hora de que los periodistas seamos un poco más autocríticos frente a nuestra labor. Nos hace falta reflexionar sobre el modo en el que reportamos, narramos y construimos sentido y criterio.

El asunto es que el periodismo solo sabe contar la realidad desde el discurso bíblico occidental blanco y masculino. Ese discurso sostiene que el periodismo debe decir “la verdad”, ser “objetivo”, “neutral” e “imparcial” y, además, vigilar el poder y “hablar por el pueblo”. El maestro Javier Darío Restrepo decía que el periodismo es un “servicio público” y el gran Kapuscinski decía que solemos creer que los periodistas son “buenas personas” y, por ende, no es un oficio para los cínicos.

Es hora de que los periodistas seamos un poco más autocríticos frente a nuestra labor. Nos hace falta reflexionar sobre el modo en el que reportamos, narramos y construimos sentido y criterio. A continuación, presento algunas opiniones sobre los grandes mitos de nuestro oficio:

  • “Periodismo occidental-blanco-masculino-religioso”: Hemos comprado el modelo gringo-europeo. Queremos “investigar” para tumbar a un presidente-ministro-gerente al mejor estilo de Watergate. Nos encanta denunciar corrupción, aunque después no pase absolutamente nada. O somos muy new journalism a lo Capote y describimos “poéticamente” lo que no importa como las vacas, las flores, los músicos…

Ese modelo fue diseñado a imagen y semejanza de Occidente (los dueños de la libertad). Por eso es blanco, masculino y religioso: busca ser hegemónico, salvar la patria y liberar a la sociedad. Noticias como la despenalización del aborto han puesto en evidencia que en Latinoamérica necesitamos un periodismo indígena, negro, mestizo, femenino, democrático y ciudadano. Esto apenas se atisba en algunos medios digitales e independientes.

  • “La verdad”. ¿De verdad seguimos insistiendo en que decimos la verdad? Todas las teorías, la ciencia y la filosofía han dicho que no hay una verdad absoluta, sino múltiples verdades móviles y cambiantes. En la ciencia, se mueve con cada experimento de laboratorio. En la filosofía, depende de la mirada desde la que tratamos de comprender y explicar la realidad.
El Nuevo Periodismo en Colombia
Foto: Presidencia de la República - ¿Cómo hacerle fact checking a Duque y su concepto de anticonceptivos? O ¿cómo hacerle fact checking a su enunciación del pecado del aborto?

Muchos medios convocan al victimario y a la víctima, pero solo investigan a la víctima. Otros le dan más visibilidad al corrupto que al ciudadano. Y con el aborto, hicieron más énfasis en el moralismo católico y machista que en la autonomía de las mujeres.

Dado que la verdad es plural, diversa y móvil, la pregunta verdaderamente importante es por el sentido. El periodismo debe esforzarse por mostrar desde dónde y cómo construye su verdad. Debe dar cuenta de sus criterios de reportería, de sus fuentes y del contexto.

Volvamos al caso del aborto: si bien la despenalización es un hecho, cada medio divulgó esta noticia usando criterios y enfoques distintos que dependen de los principios morales de sus periodistas. Algunos provocaron polémicas innecesarias al ignorar los criterios éticos y jurídicos que respaldan esta decisión. Muchos replicaron afirmaciones falaces e irresponsables según las cuales, la despenalización “promueve” el aborto o terminará por convertirse en un método anticonceptivo.

  • “Objetivo” y “neutral”. Siempre hay una mirada, un encuadre o una ideología y, por ende, la información no es neutral. Lo realmente importante es hacer explícito el enfoque. En el caso del aborto, los periodistas debieron dejar los moralismos para sus cuentas de Twitter y no para las notas de prensa que escriben.
  • “Imparcialidad”Todos los medios son militantes, sin excepción. El Tiempo, por ejemplo, ha defendido el statu quo desde su fundación. El Colombiano es un medio conservador y El Espectador, un medio liberal. Así pues, todos los medios militan y defienden distintas causas: algunos defienden a Uribe, otros a Petro, otros al feminismo y otros los derechos humanos. Las publicaciones sobre la despenalización del aborto están mediadas por las posturas ideológicas de cada medio.
  • Ambos lados”. Muchos medios convocan al victimario y a la víctima, pero solo investigan a la víctima. Otros le dan más visibilidad al corrupto que al ciudadano. Y con el aborto, hicieron más énfasis en el moralismo católico y machista que en la autonomía de las mujeres… Si bien hay verdades y posiciones diferentes, los “dos lados” rara vez tienen los mismos derechos en términos éticos y políticos. Hay posiciones, como el machismo, la xenofobia o el racismo, que simplemente son o deberían ser inadmisibles en nuestra sociedad y, por ende, no deberían tener un lugar privilegiado en los medios de comunicación.
  • “Contra-poder”. En Colombia, los medios son parte del poder. Muchos duermen en la misma cama del gobierno de turno, los empresarios, la iglesia y los militares. Esto quedó en evidencia en el último estallido social y fue corroborado tras la despenalización del aborto, pues en muchos medios primó la narrativa de la Iglesia y del establecimiento.
  • “Hablar por el pueblo”. Efectivamente, los medios hablan por el pueblo… Si por “pueblo” entendemos empresarios, políticos y otros poderosos. En realidad, esta es otra falacia periodística que no admite el fact-checking.
  • “Fact checking”. Si no hay verdad, pero sí subjetividad, militancia y moralismo… es difícil hablar de hechos. Y lo cierto es que nadie quiere revisar sus propias creencias. ¿Cómo hacerle fact checking a las afirmaciones de Duque sobre el aborto?
  • “Servicio público”. El periodismo no es un servicio público, sino un servicio privado que favorece a sus dueños, a los políticos afines al medio, a la iglesia y a la moral del establecimiento. En definitiva, no es un servicio sino un negocio privado.
  • “Buenas personas”. Esta exigencia es absurda, pues los periodistas siempre queremos joder a alguien: a través de nuestras denuncias buscamos que alguien pierda su poder, su dignidad y su verdad. Además, defendemos nuestro ego incansablemente y somos arrogantes: presumimos nuestros premios y las invitaciones a viajar y a comer.

Ser una buena persona es un embuste, pues las buenas personas hacen mucho daño con su indolencia y su ineptitud. Duque es el ejemplo perfecto, pues pese a ser un “buen tipo”, como dicen muchos, le ha hecho mucho daño al país. Así mismo, las buenas personas de muchos medios vendieron el aborto como un acto de “malas personas”. Pero entonces, ¿darles derechos a las mujeres es de “malas personas”? ¿No será al revés?

1,2,3: Tenemos que re-inventarnos

Entonces, la noticia en desarrollo es la necesidad urgente de autocriticar nuestros periodismos y re-inventarlo. He aquí un 1,2,3 necesario.

  1. Dejar de informar en modo guerra o partido futbol. La complejidad requiere trabajo, comprensión e imaginación.
  2. Nuevas éticas políticas. El objetivo ya no debe ser la verdad, la objetividad ni la imparcialidad sino el reconocimiento de nuestras posturas. Es momento de afirmarnos como feministas, diversos y ambientalistas.
  3. Otros formatos y narrativas. Estamos aburriendo al infinito: escribimos mal, hablamos peor y cubrimos todo de la misma forma. Debemos volver a promover conversaciones interesantes y disruptivas.

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Omar Rincón

Escrito por:

Omar Rincón

*Profesor del Centro de Estudios en Periodismo (CEPER), Universidad de los Andes.

Foto: PxHere - En Colombia no dejamos pasar oportunidad para exhibir orgullosamente nuestras ignorancias. Y lo más patético es que las exhibimos como “humor”.

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Omar Rincon

A propósito del aniversario de Sábados Felices y otras muestras del humor nacional. Los colombianos nos reímos mucho, pero ¿de qué nos reímos y qué dicen de nosotros esas risas?

Omar Rincón*

Reír no es chistoso

Los memes y burlas sobre las mujeres afganas y venezolanas demuestran con orgullo nuestras ignorancias. Dime como ríes y te diré quién eres: somos un país de mal humor.

En Colombia se ríe por todo. Eso es jolgorio infinito. Y tal vez reímos mucho porque somos ocurrentes en nuestras conversaciones, vivimos en la joda y eso nos hace ver como una “cajita de música”. Y como nos ven riendo mucho, los extranjeros creen que somos los más alegres y felices de la tierra. Y nosotros elevamos nuestro humor a orgullo nacional. Pero, parece que ese “buen humor” es en privado y entre poquitos, porque cuando lo hacemos “en público” nos sale el mal humor.

“Buen humor” es la capacidad humana de ironizarse a uno mismo, es un acto de autocrítica, es una manera de pensarse a uno mismo desde las debilidades. El buen humor es un recurso de rebeldía, resistencia y crítica de los poderosos. Y la forma de humor más celebrada es aquella que recurre a la inteligencia, utiliza la ironía y practica la autocrítica. El que sabe que tiene humor piensa y cuenta sin acabar en una risa; la risa es algo que se produce, no algo que uno hace.

Daniel Samper Pizano cuenta que el humor es “una forma de expresión política y crítica de los débiles y populares contra el poder, la soberbia, la solemnidad y el fanatismo de los autoritarios, los políticos, los religiosos, los progres, los correctos”. El humor es contra la religión y por eso “en la Biblia no hay risas. Clemente de Alejandría pide a los buenos cristianos ‘desterrar de nuestra convivencia a las personas que hacen reír’, y san Leandro proscribe ‘la grosería de la risa.’” Umberto Eco lo dice en El nombre de la rosa: la risa es obra del demonio. La religión manda a matar a quien hace reír (¡Recuerdan a Garzón!).

Pero si, por el contrario, nos reímos de los pobres y los débiles, como lo hacemos en Colombia, entonces tenemos “mal humor.” Nuestra religión es montársela al pobre, feo y débil. El mal humor colombiano exhibe patéticamente nuestras ignorancias y bajezas de las que estamos orgullosos. Manifiesta actitudes machistas, racistas, clasistas, homofóbicas, xenófobas. Y esto es así porque hacemos “humor” en la burla del otro por su identidad y diferencia. Tan es así que el que sabe que tiene mal humor, se ríe antes de contar su tontería, se ríe en la mitad del exabrupto y se ríe al finalizar: quiere contagiar su risa, no su ingenio.

Chiste nacional: Sábados felices

El sábado 5 de junio del 2021, Sábados felices celebró ser el programa de humor más longevo de la televisión colombiana. Queda un programa más viejo, ese otro chiste de El minuto de Dios. Sábados felices cuenta, además, con el Guinness World Records como el programa de humor más antiguo de la televisión mundial. ¡Viva Colombia!

Sábados felices se llama a sí mismo la universidad del humor. Su promesa es hacernos reír en familia. Toda una costumbre nacional. Las clases en esa “universidad” enseñan que el humor se hace en forma de chistes, sketches y rutinas de risas. El estudiante debe practicar el tono de burla; el mandato es montársela al otro por su debilidad: por boqueto, paisa, negro, boyacense, costeño, mujer, animal o cosa, gay, feo, gordo, extranjero. Se enseña que el chiste está en ser machista, racista, homofóbico, xenófobo, clasista y resentido social.

El efecto Sábados felices puede constatarse en el tono y estilo de las radios musicales, informativas y deportivas: todo es chiste al estilo de esa universidad: racistas, xenófobos, clasistas, machistas, homofóbicos. Sábados felices como la checho pachanga es una familia que ríe unida sin darse cuenta de su mediocridad.

No es Sábados felices, somos los colombianos, por eso sigue uniendo a las familias, generación tras generación, a través de la risa. Su mal humor es el reflejo de nuestro humor. ¡Felices 49 años!

Foto: PxHere - Y ahora el cuestionario, por favor responda, COLOMBIA TIENE BUEN HUMOR PORQUE…..

Puede leer: Jaime Garzón, el colombiano que deberíamos ser

Chista local paisa

En agosto del 2008, en Medellín, cuando gobernaba Fajardo, su secretario de Cultura, Jorge Melguizo, quien posiblemente iba a ser su sucesor como alcalde, perdió su oportunidad por decir públicamente que Montecristo, ese patriarca del humor antioqueño, tenía un humor vulgar, machista e irrespetuoso con los discapacitados y las minorías.

Melguizo dijo que el humor de Montecristo les hizo mucho daño a los paisas porque “nos educó, si eso se puede decir así, maleducó, en un humor fácil de doble sentido que se burla de las mujeres, de los homosexuales, que se burla de todas las discapacidades posibles”.

La psicoanalista Clarita Gómez piensa parecido y escribió que “los chistes antioqueños son burdos, simples, sin ingenio. Buscan hacer reír con la vulgaridad, la palabra fea, la ordinariez. No se espera de un paisa que haga un buen chiste en la conversación, que sea ingenioso. Lo que se espera es que repita con oportunidad los chistes y refranes que ha oído y, sobre todo, las exageraciones”.

Este debate sobre de qué y cómo reímos es muy necesario tanto para lo paisa como para todos los modos de ser colombianos: necesitamos pensarnos desde el humor. Pero el orgullo paisa crucificó a Melguizo y elevó a los altares a Montecristo. El paisa y el colombiano, cuando ríen, celebran ese humor obsceno, gritón, soez, burdo… o si no tiene humor, se vuelve solemne y reprimido, y la monta de otra forma a lo Monseñor Builes y los santos patrones Escobar y Uribe. El que mal ríe, mata mucho, parece.

El mal humor colombiano no es paisa, pero allí se hace más evidente porque se tiene orgullo de celebrar la viveza de “esta raza” , que no es hipócrita como el bogotano, no es tonta como el pastuso, no es perezosa y corroncha como el costeño, no es de mal genio como el santandereano, no es negro bruto del Pacífico, no es empleada doméstica o celador como en Boyacá.

¿Cuál es el lío?

Si Sábados felices dice ser la universidad del humor que reúne a la familia colombiana, si los paisas son el orgullo del humor nacional, y si Sábados felices y el humor paisa son la marca de las risas nacionales… ¿qué problema hay? No hay problema, no son ellos, somos los colombianos: su humor es el humor a la colombiana. Entonces, ¿por qué nos debería preocupar que nos burláramos y se la montáramos a las afganas y venecas?

“¿Ya estás encartado con tu veneca? Llegan desde Afganistán mujeres hermosas. Fieles por el Corán, hermosas, serias, hogareñas, faltas de afecto, te permiten cuatro mujeres. Espera la tuya. Si estás fulero, solterón, patán, cachón o ninguna te quiere, llegó tu oportunidad”.

¡Sin comentarios!

Este hecho demuestra que en Colombia no dejamos pasar oportunidad para exhibir orgullosamente nuestras ignorancias. Y lo más patético es que las exhibimos como “humor”. Esto no es culpa de Sábados felices, ni de lo paisa: somos los colombianos los que reímos así. Insensibles, indolentes, precarios.

Estos hechos de “humor” deberían llevarnos a reflexionar sobre nuestro humor nacional: cómo nos reímos y de qué nos reírnos. El humor nos sirve de catarsis, pero esta es más poderosa cuando se hace desde la autocrítica. Cómo nos hace de falta Garzón, quien fue asesinado el 13 de agosto de 1999: su humor pensaba y criticaba al poder, por eso lo mataron. Tanta matanza en Colombia es otro signo de nuestro mal humor.

Y ahora, para terminar, el cuestionario: por favor responda, COLOMBIA TIENE BUEN HUMOR PORQUE…

  1. Tenemos Sábados Felices
  2. Nos gusta reír y reír y reír
  3. En lo cotidiano somos muy alegres y nos divertimos con facilidad
  4. A papaya puesta, papaya partida
  5. Todos llevamos un cuenta-chistes en el corazón

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Omar Rincón

Escrito por:

Omar Rincón

*Profesor del Centro de Estudios en Periodismo (CEPER), Universidad de los Andes.

Foto: Facebook Iván Duque - Discurso de Iván Duque

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La torpeza, el cinismo e incompetencia del presidente ya no producen risa, sino rabia, frustración y desolación

Omar Rincón*

Un discurso inverosímil

El último chiste pesado de Iván Duque fue el discurso que dio en la instalación del Congreso. Como afirmó la periodista Mónica Rodríguez, ese discurso reafirmó la idea de que Duque vive en otro país. Probablemente en Narnia.

En efecto, su gobierno aún no sale del power point naranja que se inventó para tramar a la ciudadanía. Cada día confirmamos que, como explicó magistralmente Lucas Ospina, el presidente vive en las drogas. Lo confirmamos cuando habló en inglés a solas y en blanco y negro. Los confirmamos cada vez que suelta frases de presentador de televisión. Y lo confirmamos al oír el patético discurso que dio en el Congreso.

El país de las maravillas

¡Última hora! Iván Duque, el presidente del país de las maravillas, pronunció un discurso excepcional en la instalación del Congreso. A continuación, resumimos los puntos más importantes:

  • ¡Colombia no para! (No para de matar y el gobierno no para de hacerse el loco).
  • ¡Hay que decirle NO al odio! (O sea que hay que decirle NO a él mismo, a su titiritero Uribe, a la Cabal y a su archienemigo Petro)
  • Colombia debe seguir avanzando en el cumplimiento de la ley (Empezando por la policía, el fiscal y los congresistas del presidente…)
  • El gobierno dejará un Archipiélago moderno y una Providencia y Santa Catalina totalmente reconstruidos(Pero en un universo paralelo)
  • Colombia habita la anarquía, el caos y el odio. Es un territorio donde prospera la violencia y el dolor. (¡Wow! Al parecer el presidente decidió ver las noticias. Ahora solo falta que decida vivir en Colombia y no en Narnia).

El presidente, que decidió estrenarse como cuentachistes, se solidarizó con el sector de la salud (al que tiene abandonado desde que la pandemia comenzó) y lamentó los 120 mil muertos que ha dejado la pandemia (pese a que podrían ser muchos menos si hubiese realizado una mejor gestión). Qué momento tan emocional: nadie sabía si reír o llorar.

¡Última hora! Iván Duque, el presidente del país de las maravillas, pronunció un discurso excepcional en la instalación del Congreso

Xiomara comenta que “habló muy bonito e hizo un buen uso del patriotismo”. Isabella cuenta que no hubo fondo, solo forma. No se sabía si estaba en campaña o en Sábados Felices. Quizás el presidente no logró quedar bien con todos, pero definitivamente logró divertir a la audiencia. María Paula dice que se va a acabar su gobierno sin que entendamos nada de la economía naranja. Al parecer, no era economía, cultura ni tecnología sino carreta.

Los congresistas, la audiencia del show del comediante Duque, lo interrumpieron varias veces con oleadas de aplausos y sonrisas. Ellos estaban felices: el último año ganaron millones sin hacer nada, pasaron de agache frente al paro, no aprobaron ninguna ley importante y recibieron pocas críticas porque toda la atención se concentró en el presidente-bufón. Por supuesto tenían que aplaudirlo: fue él quien quedó como el único culpable del desastre nacional. 

Colombia llamando a Duque

Por enésima vez, Duque demostró que está desconectado de los ciudadanos y del país que debería dirigir. Solo le queda encomendarse a la Virgen de Chiquinquirá, a los militares y a Uribe, el abuelo gruñón.

Duque es incapaz de oír al pueblo, menos a la oposición. Solo se oye a sí mismo y a quienes coinciden con su pobrísima labor. Eso quedó claro cuando ignoró el estallido social y afirmó que todo era culpa de Petro. Su falta de empatía con los ciudadanos contrasta con la simpatía que muestra hacia los militares.

Presidente, Colombia lleva años pidiéndole que responda, pero usted insiste en ignorar su llamada y seguir viviendo en la estratosfera.

Foto: Senado de la República - Iván Duque vive en un país que solo él conoce

Puede leer: El presidente Duque decidió apoyar a Petro

Un chiste de mal gusto

Duque es la figura menos respetada del país: todos los días nos da motivos para reírnos de él. Es un chiste, un meme-maker, una máquina de errores: Polombia, de qué me hablas viejo, te querí, la gaseosa naranja como creatividad y los siete enanitos porque hay muchas cosas que empiezan por siete son tan solo algunos ejemplos de sus invenciones. La torpeza y ceguera que caracterizan al presidente eleva la autoestima de los colombianos. Al verlo, todos nos sentimos inteligentes, seguros y eficientes.

Duque es la figura menos respetada del país: todos los días nos da motivos para reírnos de él. Es un chiste, un meme-maker, una máquina de errores

El problema es que la risa-burla-ironía que despierta el presidente, le ha servido para salirse con la suya: toleramos su gobierno porque nos hace reír y nos da pesar. En vez de exigirle resultados, publicamos trinos y memes con sus frases.

Pero hace rato que Duque dejó de ser un chiste divertido e inofensivo para convertirse en un chiste de mal gusto. Los 4582 casos de violencia policial, la promoción del odio y judicialización de su gobierno, los mercenarios de Haití, los migrantes varados en la frontera con Panamá, los desplazados de Ituango , las mujeres asesinadas, los líderes sociales asesinados y las miles de muertes por COVID-19 no deberían producir risa sino frustración y desolación.

Señor Presidente, no necesitamos memes, sino atención. Su cinismo e indolencia ha cobrado muchas vidas. Escuche, por favor.

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Omar Rincón

Escrito por:

Omar Rincón

*Profesor del Centro de Estudios en Periodismo (CEPER), Universidad de los Andes.

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