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A Petro le encanta estar en modo bronca, va ganando la batalla en Twitter o X porque tiene enervados hasta a sus seguidores, pero está perdiendo la batalla de gobernar porque ni él ni RTVC logran construir un relato coherente de nación y gestión.
Omar Rincón*
La batalla cultural la va ganando Petro
Petro gobierna desde su cuenta de X. A través de sus trinos le basta para tener al establecimiento blanco, macho y tradicional, a los periodistas, a los medios, a la FLIP y a los académicos unidos contra él. No se habla de nada más. La realidad pasó a último plano. Los hechos desaparecieron. La reportería murió. Todo es Petro. Todo es virtual.
La gran virtud de Petro es que ha logrado uniformar por lo bajo: todo da lo mismo. No hay diferencia entre un periodista y un influencer, entre un periodista amateur y uno profesional, etcétera.
La batalla cultural la va ganando Petro porque además de dominar la conversación colectiva, su pelea ha sacado a relucir las discriminaciones y odios endémicos de nuestras élites y el periodismo. Ha sacado todo el clasismo, racismo, machismo, xenofobia, homofobia.
Petro gana porque juega en la cancha de los medios. Nada mejor para esta batalla que los medios de comunicación y jugar con el ego de los periodistas que se han convertido en sus villanos favoritos.
Petro gana la batalla cultural porque produce miedo. Miedo de clase, miedo de piel, miedo ideológico, miedo a perder los privilegios heredados. Jorge Iván Cuervo dice que el miedo viene porque “el Gobierno propone una mirada diferente de la relación poder-ciudadano” al dejar en evidencia que nuestras élites están “aferradas a privilegios que no están dispuestos a perder” y, tampoco, están dispuestas a mejorar “las condiciones de vida de los ciudadanos”.
Petro gana porque juega en la cancha de los medios. Nada mejor para esta batalla que los medios de comunicación y jugar con el ego de los periodistas que se han convertido en sus villanos favoritos.
Los medios y periodistas se creen la nueva política y han dejado de informar para convertirse en militantes de sus egos.
![RTVC-Omar-rincon2](https://cdn.statically.io/img/razonpublica.com/wp-content/uploads/2024/07/RTVC-Omar-rincon2.jpg)
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Petro está perdiendo la batalla de gobernar y transformar
Su victoria de provocación mediática y digital fracasa para gobernar. “El afán de Petro por ser histórico lo lleva a ser agónico” dice Lucas Ospina, o sea, a dedicarse al club de la pelea y dejar de gobernar. Y concluye que Petro ya fue: “A mitad de su mandato, el Petro histórico se muestra impaciente, ya no se le percibe la jovialidad de cuando recibió el cargo”, está petrificado y alejado del gobernar.
La batalla se pierde con Petrotuits ya que con cada tuit gana escándalo, pero pierde gobernabilidad. Petro hace nuevos enemigos, pero pierde simpatías, produce indignaciones y broncas cada vez más masivas. Un estadista es quien gobierna para todos y crea consensos, Petro se queda feliz con ser influencer y pierde el ejercicio del poder y gobernar.
La batalla que gana en X la pierde en RTVC. Teniendo la red de emisoras más grande del país se dedica a trinar y pelear desde una red social contra villanos mediocres. De nada le sirve tener la Radio Nacional, Radio de la policía, Radio del ejército, Emisoras de la paz, Radiónica, dos canales nacionales, y dos plataformas digitales RTVC y Presidencia.
Sin embargo, Hollman Morris ahora está en RTVC, después de intensear por llegar a los medios públicos. Llegó, pero no ha demostrado periodismo, formatos, televisión, rating.
La batalla se pierde con Morris quien ha convertido el sistema de medios en una serie iracunda de mal periodismo y entrevistas donde abunda la palabra “cambio” o “contra el cambio”. Del mejor canal cultural de América Latina poco queda.
RTVC se volvió mucho de él: Morris dirige, Morris entrevista, Morris opina. Lo mismo que hace Néstor, Luis Carlos, Gustavo, Acevedo y todos los que lo critican.
La realidad es que Señal Colombia ya no es el mejor canal cultural de América Latina. Por inercia sigue haciendo algunos programas buenos, pero está a la deriva de los egos y perdido en el universo mediático.
Todo parece indicar que a Petro le da lo mismo esa vaina de los medios públicos porque con sus arengas alucinadas domina la agenda informativa de todos los medios. Entonces, ¿para qué le va a servir RTVC?
Si la gente de comunicación de gobierno, con Morris a la cabeza, se hubiese enterado de que la batalla mediática es un fracaso en Argentina, Bolivia, Ecuador, Venezuela, Nicaragua, Cuba, El Salvador, México, no harían lo que están haciendo. No basta con tener medios, hay que hacer periodismo, televisión, radio, comunicación.
Y es que la comunicación es estética, formatos, narrativas. Si de algo sabe la gente de abajo, el pueblo, es de medios: los han consumido toda la vida. Luego, echarles discurso no sirve para nada, les aburre y expulsa.
El deber del cambio
Hay que alejar a Petro de X para que empiece a gobernar. El enemigo y la oposición del presidente es él mismo y sus trinos. Cada publicación ocasiona un escándalo, aumenta los enemigos, crea indignación, pero pierde la realidad de lo que es real.
Es necesario que RTVC haga formatos, estéticas y narrativas populares. Historias y referencias donde la gente se identifique, reconozca y se divierta. Tener humor, jugar a las ironías, productos que la gente pueda disfrutar. Algo de fiesta y menos de “pedagogía” o “demagogia” del cambio.
Meter más ciudadanos y gente del común en la pantalla y callar a los áulicos aburridos e histéricos. El cambio es salir de los rostros solemnes y aburridos y sus verdades de power point y ponerle a la gente a los medios públicos.
Lo llama “batalla cultural” pero se le olvida que esa batalla se gana gobernando, haciendo obras, produciendo hechos.
El rigor periodístico es simple: fuentes diversas y plurales, contexto, criterios de comprensión. Vayamos a los hechos y realidades de la gente, así de pronto nos vuelven a querer y a ser necesarios.
Además, es vital que los periodistas hagamos periodismo, salir del secuestro en que nos tiene Petro. Hay que despetrizar y desmorrisar al periodismo, dejar de “pararle bolas” a sus histerias y pasar a informar con sentido público, rigor y conexión con la ciudadan��a.
El rigor periodístico es simple: fuentes diversas y plurales, contexto, criterios de comprensión. Vayamos a los hechos y realidades de la gente, así de pronto nos vuelven a querer y a ser necesarios.
Hay que hacer que las élites y el statu quo deje su neura de clase y raza con Petro, desarmen sus adjetivos, analicen con contexto y le bajen a su “tirar hate”.
Los medios deben asumir que su crisis de negocio es una crisis de oficio y periodismo de rigor, una crisis de conexión con las ciudadanas. Pregunta ingenua, si RCN, El Tiempo, Semana, El Espectador, El Colombiano da millones de pérdidas, ¿por qué los mantienen sus dueños?
El problemón no es de Petro, es del periodismo: ese informar fanático en nuestros guías políticos, los empresarios dueños y nuestros egos, ese mundo de muerte y caos que se ha construido, ese narrar feo, ese sentimiento de protagonistas de la información, esa opinadera sin reportería.
El problema no es el periodismo o Petro, son los periodistas y los medios por vivir “secuestrados” por sus histerias.
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