«El mundo se rige por el azar de un parchís no por las mecánicas leyes del ajedrez.»
Harold acaba su última caja de cereales, deja conectada su primitiva videoconsola y decide recorrer Norteamérica durante un lustro. Un tipo que maneja las grúas del puerto de Nueva York diseña una casa para suicidas. En Basora, un marine se enamora de una irakí en el instante en que la encañona. Un tal Julio da forma a una Rayuela alternativa. Sandra vuela de Londres a Palma de Mallorca al tiempo que se resuelve el misterio del incendio de la torre Windsor. El capitán Willard sigue esperando en Saigón aquella misión: nunca imaginó lo especial que sería. Hay gente que utiliza los oleoductos vacíos subterráneos de la antigua Unión Soviética para cruzar las fronteras. Un cocinero proyecta cocinar el horizonte.
«Así como toda la obra de Fernández Mallo es una construcción donde se mezclan diferentes ámbitos, mi dibujo intenta traducir ese territorio entre la claridad gráfica, el dibujo descriptivo y la poesía visual. El afterpop no teme la fusión de géneros y el cómic no teme a la literatura. »
Pere Joan
Pere Joan (Palma de Mallorca, 1956) es historietista e ilustrador. Estudió Bellas Artes en Barcelona. Ha publicado cómics en revistas como Cairo (Pasajero en tránsito, 1984, La lluvia blanca, 1987), así como en Diario de Mallorca (Julián Velomar en una isla desierta, 1988). En 1991 obtuvo el premio a la mejor obra en el Salón Internacional del Cómic de Barcelona por Mi cabeza bajo el mar. En 1995 se sumó al fanzine de Max Nosotros somos los muertos, que acabó siendo una revista que acogió el cómic de vanguardia y fue plataforma para los autores de la denominada novela gráfica. También serializó Anás (1990) y Bit y Bat en El Pequeño País (1996). En 1999 se recopila gran parte de sus historietas en El hombre que se comió a sí mismo. En 2004 publica Azul y ceniza, escribiendo a su vez Duelo de caracoles para Sonia Pulido.