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Según un nuevo estudio, los incendios forestales amenazan cada vez más los pozos petroleros, lo que empeora los riesgos potenciales para la salud

"Con un problema que sabemos que va a empeorar a medida que avance el cambio climático, tenemos la oportunidad de tomar medidas proactivas para prevenir daños en el futuro", afirmó profesor David J.X. González de la Universidad de California, Berkeley.

Llamas anaranjadas de un incendio forestal en California ardiendo por la noche en la distancia, con la silueta de una bomba de petróleo y gas en primer plano.
El humo del María Fire se eleva por encima de un pozo de petróleo en Santa Paula, California, el viernes 1 de noviembre de 2019. Una nueva investigación de UC Berkeley indica que más de 100,000 pozos de petróleo y gas en el oeste de Estados Unidos se encuentran en áreas que han sido quemadas por incendios forestales.

Noah Berger/AP

Traducido por David J.X. González.

Según un nuevo estudio, más de 100,000 pozos de petróleo y gas en el oeste de Estados Unidos (EE. UU.) están situados en lugares que han sido quemados durante incendios forestales en las últimas décadas. Aproximadamente 3 millones de personas viven junto a pozos que podrían verse amenazados por incendios forestales cada vez más probables debido al cambio climático. 

Investigadores de la Universidad de California en Berkeley afirmaron que su análisis, publicado la semana pasada en la revista One Earth, es el primero que examina las amenazas históricas y previstas de incendios forestales en pozos petroleros de EE. UU. Aunque los efectos sobre la salud pública de los pozos dañados por incendios no están claros, los investigadores afirmaron que el estudio es un paso necesario para comprender los múltiples peligros potenciales y ayudar a informar la política sobre futuras perforaciones.

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David J.X. ​González

“La mayoría de los pozos petroleros de California se encuentran actualmente en zonas amenazadas por incendios forestales, y mucha gente vive en esas zonas debido a la historia del desarrollo del petróleo y el gas en este estado”, dijo David J.X. González, profesor asistente de ciencias de la salud ambiental en la Escuela de Salud Pública de la UC Berkeley. “Los mismos problemas que nos han acompañado históricamente siguen con nosotros, y parece que podrían dar lugar a nuevos problemas de justicia ambiental que no se han estudiado realmente”.

González, autor principal del estudio, señaló los condados de Los Ángeles y Kern como zonas pobladas en las que se extrae petróleo y gas y que también corren un alto riesgo de incendios ahora o en un futuro próximo. En el pasado, incendios en yacimientos de petróleo y gas no relacionados con incendios forestales han provocado explosiones, y fugas de tanques de almacenamiento de gas en Los Ángeles han dado lugar a explosiones que dañaron edificios. Cerca de Bakersfield, se han encontrado docenas de pozos con fugas de gas natural, algunas de ellas a niveles explosivos.

Desde 1984, casi 350,000 personas han vivido a menos de 1 kilómetro de un pozo que estaba dentro de una zona quemada en un incendio, según los investigadores. Las personas asiáticas, negras, hispanas y nativas americanas se han enfrentado a una exposición desproporcionadamente alta a esos pozos afectados por incendios, en gran parte debido a unos pocos grandes incendios forestales en California, Texas y Oklahoma.

Actualmente en todo el Oeste casi 3 millones de personas viven a menos de 1 kilómetro de un pozo que se encuentra en una zona con riesgo alto de incendio en las próximas décadas. Además, los investigadores predicen que el número de pozos petroleros en zonas de alto riesgo de incendios casi se duplique a finales de siglo.

Eso significa que se perforarán más pozos en más zonas con riesgo de incendio.

“No quiero decir que los hallazgos sean catastróficos pero el impacto es mayor de lo que esperábamos”, dijo González. “Si tenemos en cuenta todos los resultados juntos, empieza a parecer como un problema que no se ha tenido en cuenta en el pasado, pero que ha ido empeorando y seguirá empeorando. Es preocupante, sobre todo para las personas que viven cerca de pozos con fugas”.

Aunque los investigadores no pretenden alarmar, González dijo que es un ejemplo de los factores agravantes con amenazas para la salud que no se entienden bien pero que son potencialmente importantes.

Investigaciones anteriores de González han explorado los efectos de los pozos petroleros en la salud pública con especial atención a las personas marginadas que están desproporcionadamente expuestas a los pozos. Cuando en Colorado se declaró un incendio en 2021 cerca de unos pozos petroleros, sus colegas y él se preguntaron con qué frecuencia se veían afectados los pozos por los incendios y con qué frecuencia podría ocurrir en el futuro.

“Nos interesaban hasta qué punto debían preocuparnos los efectos de los incendios forestales en lugares donde ya había pozos petroleros”, explica González.

El equipo de investigación examinó mapas de incendios forestales de 1984 a 2019 y analizó registros de pozos petroleros. Haciendo coincidir los lugares de perforación con las zonas quemadas y añadiendo datos de población, el equipo calculó cuántas personas vivían cerca de los pozos afectados.

Aunque los efectos de los pozos petroleros en la salud son cada vez más comprendidos, no existen estudios investigativos determinando si los incendios aumentan los riesgos sobre la salud. En zonas densamente pobladas donde los edificios arden en incendios forestales, las operaciones de petróleo y gas podrían complicar los esfuerzos de respuesta al fuego, dijo González.

Existen pruebas contundentes de advertencia. Infiernos como el Incendio Camp Fire de 2018 en el norte de California provocaron la filtración de compuestos orgánicos volátiles de las tuberías de plástico al sistema de agua potable.

Hay muchos químicos tóxicos que ya son utilizados en los campos petroleros, dijo González. No se han investigado que sucede cuando esos químicos se combinan en columnas de humo que ya plantean graves riesgos para la salud cada año.

“Necesitamos protecciones adicionales para asegurarnos de que, a medida que sucedan los incendios forestales, se pueden proteger los lugares y las personas que se encuentran cerca de estas actividades industriales”, afirmó González.

Desde el punto de vista de la salud pública la creación de zonas de aislamiento entre los pozos y residencias, escuelas, y empresas serían una intervención eficaz, afirmó González. Además, los gestores de los terrenos públicos deberían tener en cuenta los peligros a largo plazo de autorizar pozos en zonas propensas a incendios.

“Con un problema que sabemos que va a empeorar a medida que avance el cambio climático tenemos la oportunidad de tomar medidas proactivas para prevenir daños en el futuro”, dijo González.