De entrada desmintamos tabúes. Mucha gente sigue utilizando los vetustos discos duros magnéticos HDD porque piensan que los SSD son más propensos a deteriorarse y tener un ciclo de vida menor. Nada más lejos de la realidad: los discos de estado sólido son mucho más fiables y duraderos que sus antecesores tecnológicos, existiendo además métodos para aumentar su tiempo de vida mucho más tiempo.

Como ya explicamos en un artículo del blog, existen estudios que permiten hacernos una idea aproximada de la vida útil de nuestro disco duro. Si los HDD tenían una vida media de cinco a siete años a pleno rendimiento, los SSD EN TEORÍA podían superar los 20 años sin mucho problema, aunque tal marca dependerá en gran medida del uso que le demos.

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Consejos para el uso cotidiano

Las celdas de memoria de la unidad tiene un número máximo de usos de lectura y escritura, enorme, eso sí. Para evitar que unas áreas estén muy utilizadas y otras no, las unidades de disco mueven el contenido de unos bloques a otros para distribuir la carga de uso en toda su estructura. ¿Cuál es el problema? Pues que si tenemos el disco siempre casi lleno de información, dicho contenido está permanentemente en movimiento, mientras que si dejamos un margen de espacio libre la redustribución no será tan constante. Moraleja: deja siempre al menos un 20% del disco libre. Algunas marcas, como Intel, disponen de su propio software para automatizar este proceso para así evitar la necesidad de dejar este espacio disponible.

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El verdadero punto débil de un SSD está en sus requerimientos energéticos, por lo que debemos proveerlo de una alimentación constante y fiable para evitar fallos de lectura/escritura que en muchos casos puede provocar la rotura irreversible del mismo, cosa algo menos hiriente en los HDD al poder «apartar» los sectores defectuosos, así que cuidado con la batería de los portátiles y si vamos holgados de dinero puede ser buena idea agenciarse un SAI.

Reducir el acceso constante

El otro enemigo con el que hay que luchar es el acceso constante al disco. Si tenemos suficiente memoria RAM será menos necesario acceder al disco al leer la información. Igualmente, si evitamos que el sistema operativo esté constantemente realizando comprobaciones en el sistema de archivos del disco lo machacaremos menos. SSD Tweaker es una útil herramienta de Windows que realiza una serie de modificaciones en la configuración del sistema para precisamente evitar estos accesos constantes.

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Aunque más vale prevenir que curar, existen herramientas para comprobar cuál es el estado actual de nuestra unidad de disco, ya sea HDD o SSD, y comprobar cuántas horas de uso lleva a sus espaldas así como la existencia de fallos físicos que nos hagan intuir que su fin está cerca. Una de las mejores en este campo es CrystalDiskInfo.

Más información | Cómo instalar un disco SSD