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Enormes serpientes invasoras andan sueltas en Puerto Rico

Las mascotas fugitivas, y posiblemente algunas escapadas del zoológico, han llegado por casi toda la isla. Es una catástrofe en ciernes.

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Una pitón bola recolectada por Timothy Colston, biólogo evolutivo e investigador de serpientes de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez.
| Benji Jones/Vox
Benji Jones
Benji Jones is an environmental correspondent at Vox, covering biodiversity loss and climate change. Before joining Vox, he was a senior energy reporter at Business Insider. Benji previously worked as a wildlife researcher.

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Había caído la noche cuando comenzamos nuestra caminata en Cabo Rojo, un refugio de vida silvestre a lo largo de la costa suroeste de Puerto Rico. Los insectos zumbaban por la hierba, las lagartijas dormían en los árboles y las aves acuáticas que ya estaban descansando se asustaron al escuchar nuestros pasos, chillaron y luego se alejaron volando.

Escudriñé los árboles y el suelo con una linterna como me lo habían demostrado mis compañeros, un grupo de biólogos investigadores de una universidad local. Vi como cientos de ojos se reflejaban hacia mí desde todas las direcciones: eran arañas.

Momentos después, mientras me acercaba a la costa rocosa, mi rayo de luz captó algo aún más inquietante. A pocos metros de donde yo estaba parado, una gran serpiente se deslizaba por el suelo del bosque. Medía unos tres pies de largo y estaba blindada con un diseño caleidoscópico de escamas verdes, negras y amarillas.

La serpiente era una boa constrictora. Y no se suponía que debiera estar ahí.

Una boa constrictora en el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Cabo Rojo.
Una boa constrictora en el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Cabo Rojo.
Benji Jones/Vox

Aquél avistamiento nocturno fue apenas un vistazo a un problema mucho mayor: en los últimos años, tres especies de grandes constrictoras invasivas se han extendido por muchas partes de Puerto Rico. Las boas constrictoras, nativas de Sur y Centroamérica, son ahora especies comunes del lado occidental de la isla. Mientras tanto, las pitones reticuladas, las serpientes más largas del mundo, abundan en las montañas centrales. Las retics, como las llaman los entusiastas, pueden alcanzar los 30 pies de largo. En su área de distribución nativa en gran parte de Asia, se han tragado a seres humanos enteros. Otra constrictora invasora, la pitón bola, también se está propagando.

Todo esto es muy preocupante para los animales autóctonos de la isla, así como para las mascotas.

Un collar de gato descubierto dentro del estómago de una boa constrictora junto a un gato parcialmente digerido.
Un collar de gato descubierto dentro del estómago de una boa constrictora junto a un gato parcialmente digerido.
Benji Jones/Vox

Las boas y las pitones reticuladas son superdepredadores en Puerto Rico, lo que significa que se encuentran en la cima de la cadena alimenticia. Y las serpientes grandes tienen un gran apetito. “Es algo muy, muy malo”, dijo Alberto R. Puente-Rolón, biólogo de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez y una autoridad en serpientes invasivas. “Tenemos un problema serio y una amenaza seria para las especies de aves de aquí”, dijo Puente-Rolón, quien estaba conmigo esa noche en Cabo Rojo.

Este problema resulta especialmente evidente en el refugio. Cabo Rojo es considerado como el sitio de parada más importante para las especies migratorias y las aves costeras del Caribe oriental, incluyendo a los chorlitos raros y las currucas. Estas aves son piezas críticas de ecosistemas insulares que son tanto antiguos como complejos. Ayudan a controlar la cantidad de insectos y otros animales pequeños que consumen y esparcen nutrientes por todo el Caribe (a través de sus heces).

Las serpientes también amenazan fuera de Cabo Rojo y por toda la isla, donde existen miles de otras especies nativas. Docenas de estas especies son endémicas, lo que significa que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta. Estas incluyen aves como el loro nativo puertorriqueño, una de las especies de aves más raras del mundo. Debido a que muchos árboles dependen de éstas aves nativas para esparcir sus semillas, su desaparición generaría olas de destrucción en los bosques nativos de la isla.

A los científicos también les preocupa que las constrictoras invasivas introduzcan enfermedades que afecten a los reptiles nativos de la isla, incluso a una de sus serpientes: la boa puertorriqueña. Es una especie que se encuentra en peligro de extinción a nivel federal y que sólo se encuentra en la isla.

Puente-Rolón sostiene una pitón reticulada que fue capturada recientemente en las montañas centrales de Puerto Rico.
Puente-Rolón sostiene una pitón reticulada que fue capturada recientemente en las montañas centrales de Puerto Rico.
Benji Jones/Vox

Otras regiones en los trópicos han visto la devastación causada por las serpientes invasivas. En Guam, la venenosa serpiente arbórea marrón, originaria de Papúa Nueva Guinea y Australia, acabó con 10 de las 12 aves nativas del bosque después de que se introdujera en el territorio a mediados del siglo XX. Aquélla pérdida amenaza ahora al futuro de los bosques de Guam; como en Puerto Rico, muchos de los árboles de la isla necesitan pájaros para esparcir sus semillas. Mientras tanto, en el sur de Florida, los científicos han asociado la propagación de las pitones birmanas con el grave declive de algunos mamíferos nativos como las liebres y los zorros.

La situación en Puerto Rico aún no es tan extrema. Si bien las constrictoras invasivas ya se encuentran en algunas partes de la isla, los científicos me dijeron que apenas están comenzando a extenderse por todo Puerto Rico. Eso quiere decir que los expertos locales y los funcionarios ambientales aún tienen la oportunidad de limitar la destrucción que puedan causar.

Una boa constrictora que fue recientemente sacrificada a punto de ser diseccionada.
Una boa constrictora que fue recientemente sacrificada a punto de ser diseccionada.
Benji Jones/Vox

La gran pregunta ahora es si Puerto Rico, una isla en el Caribe y un territorio estadounidense, podrá actuar lo suficientemente rápido para detener la propagación. Se enfrenta continuamente a problemas financieros, arraigados en una larga historia de colonialismo, así como a frecuentes desastres naturales los cuales se interponen al progreso. Y como han demostrado otros epicentros de la crisis de extinción (véase Hawaii), los Estados Unidos tiende a resistirse a gastar dinero en intervenciones hasta que las especies nativas casi desaparecen.

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“¿Acaso tenemos que esperar para presionar el botón de pánico?” dijo Puente-Rolón. “¿O podemos ser proactivos?”

Puerto Rico se está llenando de serpientes invasivas

Esa noche de abril en Cabo Rojo, a unas tres horas y media de la capital, San Juan, vimos dos boas invasivas más durante la siguiente hora. Eran aún más grandes y se envolvían alrededor de las ramas de los árboles a varios pies de altura.

Ver tres de ésas serpientes en tres horas no es normal. “Ahora puedes entender el problema”, me dijo Puente-Rolón, quien tiene un puñado de tatuajes de serpientes. (Uno de ellos es de una serpiente de coral que, según él, casi lo mató en un viaje al Amazonas).

Colston agarra una boa constrictora con un gancho de serpiente en el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Cabo Rojo.
Colston agarra una boa constrictora con un gancho de serpiente en el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Cabo Rojo.
Benji Jones/Vox

Las boas no se encontraban lejos de un puñado de aves costeras que anidan junto a los salares del refugio. En verano del 2022, los investigadores encontraron tres de ellas en el área de anidación de charranes mínimos, pequeñas aves marinas con gorras negras y un plumaje gris ahumado que están desapareciendo en partes de los Estados Unidos. Dos de las serpientes fueron capturadas y diseccionadas. Una de ellas tenía las plumas de un charrán joven en su estómago.

“Hay un desbalance ecológico”, dijo Ana Roman, quien dirige el Refugio Nacional de Vida Silvestre de Cabo Rojo. “Estas especies invasivas no pertenecen aquí”.

Al igual que las especies no nativas en otras partes del mundo, estas serpientes están aquí no por sí mismas, sino por los seres humanos. Los comerciantes de mascotas han vendido constrictoras y pitones en Puerto Rico por varias décadas, aunque poseer boa constrictoras y pitones reticuladas sin permiso es ilegal. (Los científicos me dijeron que la ley no se aplica estrictamente). Las mascotas se escapan. Además, a veces los dueños imprudentes liberan a sus animales en la naturaleza cuando se vuelven demasiado grandes y difíciles de cuidar.

También existen razones que pueden ser más extrañas. En los años 90, un zoológico al norte de Cabo Rojo fue asaltado y, como un punto de trama en una película de terror barata, una jaula de reptiles resultó dañada y las boas bebés escaparon, según Puente-Rolón. (No pude identificar ningún informe de noticias en español o en inglés de la época para verificar esta historia, y el zoológico ha cerrado desde entonces. Puente-Rolón me dijo que estaba en el zoológico el día después del presunto robo porque estaba estudiando una de sus serpientes nativas).

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En los últimos cuatro meses, un equipo de topógrafos dirigido por Fabián Feliciano-Rivera, biólogo de vida silvestre, ha capturado más de 150 boas constrictoras invasivas en Cabo Rojo. Puente-Rolón estima que deben haber aproximadamente 13 de ellas por hectárea (es decir, más de 5 por acre), lo cual sería extraordinario, dijo.

No es solo la cantidad de serpientes lo que sorprende, sino el hecho de que estén en Cabo Rojo. El hábitat aquí es extremo: es cálido y seco, y el bosque es escaso, lo que deja a las serpientes con pocos lugares para esconderse. Ciertamente no es como los bosques húmedos llenos de agua dulce que estas serpientes prefieren. Para Feliciano-Rivera, eso sugiere que las boas constrictoras son tan abundantes que se están extendiendo hacia hábitats más desafiantes.

Feliciano-Rivera, un biólogo de vida silvestre, busca boas constrictoras entre los árboles del Refugio Nacional de Vida Silvestre de Cabo Rojo.
Feliciano-Rivera, un biólogo de vida silvestre, busca boas constrictoras entre los árboles del Refugio Nacional de Vida Silvestre de Cabo Rojo.
Benji Jones/Vox

A medida que las serpientes se extienden por toda la isla, aparecen en patios traseros, gallineros e incluso dentro de automóviles. Cuando las personas las encuentran, generalmente las matan o llaman a las autoridades locales, quienes recuperan las serpientes y las entregan al DRNA, la agencia de vida silvestre de Puerto Rico. DRNA luego las lleva a un lugar llamado Cambalache.

Un centro de detención para animales exóticos, Cambalache recibe serpientes invasivas casi a diario. Muchas de ellas provienen de la naturaleza, aunque otras son confiscadas de criadores que las venden ilegalmente.

Cambalache parecía un zoológico en ruinas cuando visité sus instalaciones una tarde de abril. Unas pocas docenas de jaulas de metal esparcidas por el exterior albergaban monos no nativos. Vi grandes tinas de reptiles llamados caimanes. Varias jaulas dentro de un pequeño edificio de concreto estaban llenas de planeadores del azúcar, adorables zarigüeyas del tamaño de la palma de la mano con grandes solapas de piel que les permiten deslizarse de un árbol a otro. Los guardabosques habían confiscado más de 50 de ellos de un criador a principios de semana.

Luego estaban las serpientes. Toneladas de ellas.

Afuera, en un corral de madera aproximadamente del tamaño de un pequeño almacén, había unas 30 boas retorcidas y pitones reticuladas. Una de las pitones medía 11 pies de largo.

“Mis gatos se han ido, mis gallinas se han ido. Es un problema.”

Timothy Colston, biólogo evolutivo de la Universidad de Puerto Rico, recogió una de las pitones. La serpiente se enroscó alrededor de su brazo y, como un manguito de presión arterial, hizo que su piel se hinchara. (Colston, quien ha sido mordido por docenas de serpientes, dijo que se sentía como un “pequeño abrazo”).

Nadie sabe cuántas serpientes invasivas hay en Puerto Rico. Apenas se ha publicado literatura científica o documentos públicos gubernamentales sobre el tema. Eso se debe en parte a que la invasión aún es nueva. También se debe a que el gobierno y las instituciones científicas de la isla carecen de recursos para estudiarlo por una serie de razones complicadas.

Pero no existe duda de que las serpientes invasivas se están propagando.

Una señal es la gran cantidad de boas que se encuentran en Cabo Rojo y Cambalache. Puente-Rolón también ha notado un aumento en las publicaciones en las redes sociales y en noticias sobre avistamientos. En los últimos años, los científicos también han recibido información de parte de un pequeño número de cazadores de pitones en la isla, civiles que ofrecen su tiempo como voluntarios para capturar serpientes invasivas. Tan sólo siete cazadores de pitones, también conocidos como reticuleros, pueden atrapar 20 serpientes al mes, según Jean P. González Crespo, investigadora doctoral y experta en serpientes invasivas de la Universidad de Wisconsin.

¿Tienes información sobre la propagación de especies invasivas en Puerto Rico?

Contacta al autor de esta historia aquí.

Una tarde, hablé con un grupo de estos reticuleros. Tienen trabajos regulares durante el día —uno dirige una pizzería, otro trabaja en reciclaje— pero de noche, todos cazan serpientes. Es una forma de salvaguardar su comunidad local y la rica biodiversidad de la isla, dijo Odalis Luna, una reticulera que caza con un pequeño equipo que incluye a su esposo y a su amigo Wilson Maldonado.

En los últimos tres años, dijo Luna, han capturado alrededor de 170 serpientes en varios condados. Su recompensa incluye a bebés, lo que sugiere que las pitones invasivas ahora se están reproduciendo en la naturaleza.

Encontrarlas es relativamente fácil, dijo Luna, quien una vez atrapó una pitón reticulada de 17 pies frente a su casa. “Necesitamos encontrar más, porque mis gatos se han ido, mis gallinas se han ido”, dijo Luna. “Es un problema”.

El destino incierto de la vida silvestre en Puerto Rico

Los científicos de la Universidad de Puerto Rico ahora se están apresurando a estudiar la propagación de serpientes invasivas. Todavía tienen muchas preguntas sin contestar, incluyendo dónde están y a qué animales nativos amenazan más.

Esos estudios comienzan con la captura de serpientes. Cuando nos encontrábamos con una boa invasiva en Cabo Rojo, uno de los biólogos la agarró con un palo especializado con un gancho a un extremo y luego la puso en una funda de almohada. Los investigadores también recolectan serpientes de Cambalache, el centro de retención del DRNA, y de reticuleros.

La mayoría de esas serpientes luego son llevadas a un laboratorio de la Universidad de Puerto Rico.

Una boa constrictora antes de ser diseccionada. Incluso después de morir, los nervios de las serpientes pueden hacer que partes de su cuerpo, como sus bocas, se muevan.
Benji Jones/Vox
Herramientas para la disección junto a la cola de una pitón reticulada sacrificada.
Benji Jones/Vox

Mi visita al laboratorio fue un shock a mis sentidos: las luces fluorescentes iluminaban varias mesas sobre las cuales se estiraban un puñado de serpientes sacrificadas. Olía a alcohol y a animales podridos. Observé cómo Colston y un grupo de estudiantes comenzaron a cortar los animales con bisturíes quirúrgicos y luego hurgaban en su interior.

De la forma más básica, los investigadores están tratando de averiguar qué es lo que están comiendo las serpientes. En algunos casos, resulta obvio: a finales de 2020, sacaron un gato del estómago de una boa constrictora, como si fuera una especie de enfermizo truco de magia.

Pero a menudo, el equipo debe analizar las heces de las serpientes. Esa mañana, Mia V. Aponte Román, una estudiante universitaria, exprimió heces de los intestinos de una serpiente y las metió en un colador. Cuando pasó el colador bajo el agua, aparecieron un puñado de garras. “Iguana verde”, dijo Puente-Rolón, quien estaba de pie junto a ella, mirando hacia el fregadero.

Escamas y garras de una iguana descubiertas dentro de una boa constrictora invasiva que fue recuperada del Refugio Nacional de Vida Silvestre de Cabo Rojo.
Escamas y garras de una iguana descubiertas dentro de una boa constrictora invasiva que fue recuperada del Refugio Nacional de Vida Silvestre de Cabo Rojo.
Benji Jones/Vox

El equipo de Puente-Rolón ha examinado los intestinos de más de 2.000 boas invasivas. Ese análisis, que aún no se ha publicado, sugiere que las serpientes comen con mayor frecuencia ratas y ratones, seguidas de una variedad de aves y lagartos, incluyendo a iguanas.

Cuando me enteré de esto por primera vez, me pregunté si el pánico por las serpientes invasivas era exagerado. Las ratas y las iguanas también son especies invasivas. ¿No están las serpientes haciendo su propia versión de un control de plagas?

Así no funciona la ecología. “Las ratas se van a acabar en algún momento”, dice Puente-Rolón, lo que significa que su número disminuirá eventualmente. “Lo que hemos aprendido de Guam con la serpiente arbórea marrón es que los mamíferos van a desaparecer y entonces las aves serán el próximo objetivo”. (Otros lugares han aprendido la misma lección. En Hawaii, enormes colonias de gatos en libertad se comen a las ratas, pero también han diezmado a las aves en peligro de extinción).

La disección de serpientes también tiene otro propósito mayor: el ayudar a los científicos a comprender cómo las especies exóticas se adaptan a sus nuevos hogares.

Por lo general, los científicos tratan de predecir el daño que causarán los animales invasivos observando lo que hacen en su área de distribución nativa. ¿Dónde viven? ¿Qué comen? Pero según Colston, quien estudia la evolución, las especies invasivas también pueden evolucionar después de mudarse, adquiriendo nuevos comportamientos. Es importante destacar que algunos de esos comportamientos pueden hacer que estos animales se vuelvan en invasores aún más dañinos.

En su tierra natal, las boas y las pitones tienen que lidiar con otras grandes serpientes y depredadores, como los grandes felinos. Estas son restricciones que dan forma a su comportamiento y a su evolución. Aquí en Puerto Rico, sin embargo, las constrictoras invasivas no tienen depredadores naturales y tienen pocos competidores. Bajo estas condiciones, es posible que desarrollen rasgos que les ayuden a prosperar en todo tipo de hábitats de la isla.

Colston corta una boa constrictora para recuperar muestras genéticas e hisopar su microbioma.
Colston corta una boa constrictora para recuperar muestras genéticas e hisopar su microbioma.
Benji Jones/Vox

El equipo de Colston en la Universidad de Puerto Rico analizará el ADN de serpientes capturadas en toda la isla para tratar de averiguar esto. Están buscando ver si el genoma está cambiando, y cómo esos cambios podrían manifestarse en el cuerpo y el comportamiento del animal.

De hecho, hay indicios de que parte de esta evolución ya está en marcha. En Cabo Rojo, las boas constrictoras son más pequeñas que las que están en otras partes de la isla. La miniaturización podría ser una adaptación a condiciones más secas; los cuerpos más pequeños retienen el agua más fácilmente. (No está claro si las serpientes en realidad están evolucionando para ser más pequeñas, generación tras generación, o simplemente no alcanzan un tamaño mayor en sus vidas. El trabajo de Colston posiblemente dará respuestas).

El peor de los casos sigue siendo evitable

Esa es la buena noticia.

Claro, hay un montón de serpientes gigantes deslizándose por los bosques y pastizales de Puerto Rico en este momento, no muy lejos de hogares y de especies raras. Pero hasta ahora, el daño a las especies nativas de la isla ha sido menor.

“Estamos en la fase en la que el impacto no es tan malo para nuestras especies”, dijo Puente-Rolón.

Para evitar que el problema de las serpientes se convierta en una crisis, los científicos dicen que el estado debe actuar rápidamente. Las autoridades, o un público educado, deben intensificar rápidamente los esfuerzos para eliminar las serpientes que ya se encuentran en la naturaleza y tomar medidas drásticas contra el comercio ilegal de mascotas.

Hasta la fecha, DRNA, la agencia de vida silvestre de la isla, ha hecho poco en ambos casos según varios biólogos con los que hablé para este artículo como Puente-Rolón, Feliciano-Rivera y González Crespo. Dicen que el mayor problema es la falta de personal y fondos. “No tienen biólogos, no tienen dinero”, dijo Puente-Rolón sobre el DRNA.

“Si tienes un bosque infestado de serpientes y solo tienes un gerente, ¿qué puede hacer él?”

En lugar de eliminar de manera proactiva a las serpientes del bosque, los guardabosques del DRNA generalmente sólo responden a las llamadas sobre avistamientos, y a menudo sólo si hay alguien disponible, dijeron los científicos. Mientras tanto, la instalación de mantenimiento de vida silvestre se está desmoronando debido a la falta de mantenimiento y a daños causados por los huracanes, una fuerza de destrucción que es constante y cada vez peor.

Sorprendentemente, varios biólogos me dijeron que es probable que algunas serpientes hayan escapado de Cambalache. Esto no es difícil de imaginar: la mañana que visité Cambalache, un mono que aparentemente se había escapado de su recinto sacudía algunas de las otras jaulas.

Es más, los funcionarios a nivel municipal quienes a menudo son los primeros en recibir llamadas sobre serpientes invasivas, han tardado en compartir información sobre dónde, exactamente, están recogiendo a los animales. Esa información ayudaría a los científicos a mapear la propagación. “Realmente no recibimos ninguna ayuda del gobierno local”, dijo González Crespo.

Una boa puertorriqueña dentro de una cueva. Estas especies nativas se encuentran en peligro de extinción a nivel federal y son endémicas, así que sólo se encuentran en Puerto Rico.
Una boa puertorriqueña dentro de una cueva. Estas especies nativas se encuentran en peligro de extinción a nivel federal y son endémicas, así que sólo se encuentran en Puerto Rico.
Benji Jones/Vox

Le mencioné esto a Ricardo López-Ortiz, quien dirige la división de pesca comercial de DRNA y una de las pocas personas en la agencia que se enfoca en especies invasivas, incluyendo a las serpientes. Reconoció que hay mucho por hacer, empezando por obtener más información. “No sabemos mucho”, dijo sobre la propagación de serpientes invasivas, y agregó que es posiblemente el “peor escenario” de cualquier otra especie invasiva en la isla. “Tenemos que hacer más”, me dijo.

La falta de dinero no es el problema principal, dijo; la agencia puede obtener subvenciones del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos. Pero la escasez de personal ha sido un problema grave. “No tenemos suficiente personal”, me dijo. (Hace más de una década, cuando el país enfrentó una crisis financiera, la agencia perdió un gran número de empleados cuando se hicieron recortes en el gasto público, dijo. Desde entonces, ha sido difícil volver a llenar los puestos, agregó).

“Si tienes un bosque infestado de serpientes y solo tienes un gerente”, dijo López-Ortiz, “¿qué puede hacer él?”

(DRNA no respondió a una solicitud de información sobre las condiciones en la instalación de Cambalache. El teniente Ángel E. Atienza Fernández, quien supervisa las instalaciones de DRNA Cambalache, tampoco respondió a nuestras solicitudes).

Puerto Rico también se enfrenta a una serie de fuerzas que van en contra de los esfuerzos para erradicar las especies invasivas y que están en gran medida fuera del control del DRNA, desde los desastres naturales hasta las dificultades financieras de la isla. Eso hace que la conservación de la vida silvestre quede al final de la lista de prioridades del gobierno.

El DRNA no se queda de brazos cruzados. López-Ortiz dice que la agencia está desarrollando un proyecto en colaboración con biólogos para estudiar una serie de especies invasivas, incluyendo las pitones reticuladas y las boas. Eso implicará la recopilación de datos por parte de las autoridades municipales, quienes a menudo son las primeras en responder a las llamadas. La agencia también está trabajando con empleados gubernamentales quienes administran los bosques estatales para ayudarlos a identificar y monitorear las especies invasivas. “Tenemos planes y estamos trabajando”, dijo.

Mientras tanto, la carga más pesada recae en los científicos académicos y en los reticuleros, los cazadores de pitones. “Esto va a ser un problema a largo plazo”, dijo Luna, una de las reticuleras.

La vista dentro del estadio antes del anochecer.
La vista dentro del estadio antes del anochecer.
Benji Jones/Vox

En mi última noche en Puerto Rico, Colston me llevó a cazar pitones.

Como la mayoría de mis experiencias en Puerto Rico aquélla semana, terminó siendo cosa de pesadillas. Más temprano aquél día, Colston había recibido un aviso de un funcionario del DRNA de que podríamos encontrar serpientes en un estadio deportivo abandonado en las montañas al sur de San Juan. Nos dirigimos al estadio y al anochecer, entramos.

Colston busca una pitón reticulada debajo de la basura en un estadio deportivo abandonado al centro de Puerto Rico.
Colston busca una pitón reticulada debajo de la basura en un estadio deportivo abandonado al centro de Puerto Rico.
Benji Jones/Vox

El edificio era enorme, un anillo de hormigón que rodeaba un gran estadio cubierto. Musgos y plantas crecían en las gradas. Colchones viejos se encontraban esparcidos por todas partes. Los murciélagos volaban por encima de nuestras cabezas. Y sapos gigantes saltaban por el suelo del estadio. Las serpientes invasivas podrían encajar perfectamente.

Pero nunca vimos una.

Esto me dejó en conflicto. Honestamente, quería ver una pitón en la naturaleza, principalmente por sentir aquélla simple emoción. Al mismo tiempo, sabía que habría esperanza en sentir su ausencia. Ciertamente, una noche sin pitones no significaba nada; las serpientes evitan a las personas y pueden ser difíciles de detectar, incluso en áreas donde puede que hayan muchas de ellas. Aun así, fue un sutil recordatorio de algo importante: Aún no es demasiado tarde para actuar.

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